«El futuro de nuestras empresas y la prosperidad de la sociedad no lo determinarán ni las máquinas, ni los mercados, ni las regulaciones, ni la inteligencia artificial, sino que dependerá de nuestra capacidad humana para pensar, y obrar con sentido, con sabiduría, con propósito, y por qué no decirlo, con alma». Es la reflexión que ha expuesto Fainé en el XXIV Congreso de Directivos de la Fundación CEDE (Confederación Española de Directivos y Ejecutivos).
El también presidente de la Fundación La Caixa ha hecho una defensa del «papel esencial» de los empresarios en la sociedad, pero ha llamado predicar con el ejemplo. «Hoy se espera de los líderes empresariales, no solo eficiencia, sino también ejemplaridad y compromiso social. La legitimidad del liderazgo empresarial se construye cada vez más desde su utilidad social», ha subrayado en el cónclave celebrado en Auditorio de Zaragoza Princesa Leonor ante 2.230 personas. Asimismo, ha recordado que «dirigir una empresa hoy exige estar dispuesto a moverse entre la incertidumbre y las oportunidades, y saber anticiparse a los cambios del mercado» pero «sin perder el sentido social de la empresa». Por ello, el directivo catalán ha recomendado también mantener un «liderazgo consciente, comprometido y humano» y «dirigir con una mirada amplia que integre lo económico, lo tecnológico, lo humanista y lo social». «Nuestras acciones y decisiones deben estar guiadas por valores humanistas y sociales», ha proseguido.
En este sentido, Fainé ha subrayado la importancia de «poner a las personas en el centro». «El líder emocionalmente inteligente actúa con conciencia, sensibilidad y visión de largo plazo. Liderar no consiste en imponer, sino en proponer, escuchar, convencer y servir», ha reflexionado. Además, ha recordado que «tener un trabajo digno y satisfactorio sigue siendo un pilar fundamental del bienestar de las personas». Sobre todo, en un momento de «tiempos intensos, cambiantes y muy exigentes». «La mayoría de los retos, y también de las oportunidades, surgen a partir de grandes fuerzas
globales, como el proceso de la integración europea, las crecientes desigualdades sociales y la polarización política, los conflictos geopolíticos internacionales, el cambio climático, la transición demográfica, y, por supuesto, la revolución tecnológica», ha expuesto ante el auditorio.

