Su intensa participación en este proceso esencial de la historia española y su gestión de la crisis financiera de 2008 marcaron su vida.
Solbes llegó a Bruselas en 1973 como consejero comercial de la misión de España ante las Comunidades Europeas (CE) con el embajador Alberto Ullastres. Entonces era uno de los funcionarios mejor equipados intelectualmente para asumir aquella labor. Era doctor en Ciencias Políticas, licenciado en Derecho y diplomado en Economía Europea por la Universidad Libre de Bruselas. Su dominio del francés y del inglés y sus amplios conocimientos de alemán facilitaron sus relaciones con funcionarios de otros países en los años difíciles de la transición política de la dictadura a la democracia. En Bruselas conoció a Joaquín Almunia, que entonces representaba a las Cámaras de Comercio, con quien pronto estableció una fuerte y duradera amistad.
El exministro era un profesional sólido, independiente, integrador, alérgico a cualquier tipo de sectarismo, que reconoció siempre la labor que habían realizado los hombres y mujeres de la Unión del Centro Democrático (UCD) de Suárez en el acercamiento de España a Europa. “En el periodo de UCD se hizo lo que se podía hacer, que era la preparación técnica de todas las negociaciones”, escribió más tarde en una obra sobre la economía de la democracia, coordinada por Miguel Ángel Noceda.
Su labor de integrar España en Europa fue el vector determinante de su vida. Continuó estos trabajos de acercamiento a Europa desde Madrid en el equipo de Leopoldo Calvo-Sotelo para negociar el proceso de adhesión, que culminó en 1985 y que, en su opinión, significó “la mayor modernización de nuestra historia económica”.
En el Gobierno socialista de Felipe González fue secretario de Estado para las Relaciones con las Comunidades Europeas, con Francisco Fernández Ordóñez como ministro de Asuntos Exteriores, hasta 1991. A partir de este año se incorporó al gabinete, primero como ministro de Agricultura y después de Economía y Hacienda (de 1993 a 1996). Ese periodo incluyó la crisis de Banesto, que terminó con la intervención del banco. Solbes calificó siempre de infundadas las acusaciones de motivaciones políticas en aquella difícil decisión, que a su juicio se basó en “un análisis técnico del Banco de España con el claro apoyo del Gobierno”.
Su compromiso europeo alcanzó su máxima relevancia como comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios (1999-2004). Fueron los años de adaptación del euro en un clima difícil en que el euroescepticismo había empezado a aparecer. La adopción de la moneda única fue un acontecimiento que le marcó decisivamente en aquellos años. Pensaba que “con el euro España pasaba del siglo XIX al XXI e incidió de forma muy positiva en la percepción sobre nuestro país en aquellos años”.
En 2004 el presidente Rodríguez Zapatero lo eligió para hacerse cargo del área económica como vicepresidente del Gobierno. En aquel momento, la economía española estaba lanzada, impulsada por el bum de una burbuja inmobiliaria que muy pocos habían detectado, excepto los inspectores del Banco de España, que incluso le mandaron una misiva advirtiendo al Ejecutivo de los riesgos que comportaban determinadas prácticas bancarias. Entonces llegó la hora de la verdad para el Gobierno, que no fue capaz de detectar la crisis hasta pasados varios meses.
Solbes dejó el cargo en julio de 2009 en un clima enrarecido por ciertas discrepancias con el presidente, que disimuló mientras ostentó el cargo. Le preocupaba el exceso del gasto público al considerar que la economía española no tenía la musculatura suficiente para asumir nuevos desembolsos sin aumentar sus desequilibrios. La prudencia, a veces considerada excesiva, caracterizó su estilo de gestión.
En su comparecencia en el Congreso en la comisión de investigación sobre la crisis financiera, en 2018, tuvo la honestidad y el coraje de reconocer sin tapujos sus equivocaciones: “Hubo claros errores de previsión en el ámbito macro. No fuimos capaces de detectar la fuerte recesión española en 2009″. “Se pensaba”, añadió, “volver a una situación de crecimiento en 2010 y a partir de ahí volver a la normalidad, pero tampoco sucedió”. Fue una autocrítica exhaustiva y sin ambages: “En los años posteriores, sobre todo en lo que se refiere a la segunda recesión de 2011, nos equivocamos totalmente. Otro aspecto que quiero destacar es que se minusvaloró el riesgo del déficit por cuenta corriente”.
En esta misma línea de asunción de equivocaciones, reconoció las deficiencias en la gestión de la crisis financiera. “Ahora sabemos que no deberíamos cometer los mismos errores. Queda muy claro que hoy sería un tema prioritario las cajas de ahorros. Sin duda alguna deberíamos haber empezado antes”. Esta actitud y estas palabras definen muy bien la sobriedad y la ausencia de cualquier atisbo de prosopopeya en su carácter. “Mi característica fundamental”, dijo ante los diputados, “es que yo no soy economista: yo soy doctor en Ciencias Políticas”.
Con un tono parecido, en una entrevista con EL PAÍS en 2017 también admitió errores: “La crisis es muy compleja. Se va larvando desde la entrada en el euro, con medidas de gobiernos anteriores al nuestro que llevan a la expansión del crédito y la vivienda, a la expansión de la financiación de las empresas en el ámbito internacional… y es verdad que todo eso lo heredamos y no fuimos capaces de corregir lo suficiente. Y la crisis global y del sistema financiero en Estados Unidos también nos acabó afectando. Por tanto, tengo la responsabilidad que me corresponde. Sin duda alguna. El Gobierno de Zapatero fue el que tuvo que enfrentarse con el toro cuando se puso bravo, pero el problema ya venía desde hacía mucho tiempo”.
En la misma conversación, Solbes reconoció sus diferencias con el presidente del Gobierno respecto a cómo se debería haber afrontado el desafío: “Mi error mayor fue quedarme en el Gobierno de Zapatero en la segunda legislatura. Creo que mi tiempo se había agotado. La percepción que yo tenía de la crisis no era la misma que tenía el presidente, cuando en aquel momento era imprescindible tener una posición única para actuar. Sí, de eso me arrepiento”.
En abril de 2011, Solbes se incorporó como miembro independiente del consejo de administración de la eléctrica italiana Enel, propietaria de Endesa. El mismo año le fichó el banco británico Barclays como consejero y asesor.
Almunia, amigo personal, que ha sido también miembro de los gobiernos de Felipe González y vicepresidente de la Comisión Europa, lo recuerda con cariño: “Era un hombre fantástico, muy buen amigo, de los que puedes estar tiempo sin hablar, pero sabías que la amistad permanecía, muy buen profesional, demócrata, progresista y, sobre todo, un gran servidor público”.
“Siento la muerte de Pedro Solbes”, ha reaccionado el expresidente Zapatero. “Lo lamento mucho en lo personal y también por lo que supone de pérdida de quien reunía las mejores cualidades que atribuir quepa a un servidor público: seriedad, rigor, fiabilidad y honestidad. Sepamos recordarle así, sepamos honrar su memoria”.
El actual jefe del Gobierno, le ha catalogado como un “hombre de Estado dedicado a servir a su país y defender los valores socialdemócratas”. “Pedro Solbes”, ha añadido por su parte la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, “es una figura fundamental de la política española, comprometido con la construcción europea y un referente para quienes nos dedicamos al servicio público en este país”.
La vicepresidenta Calviño, ha calificado a Solbes como “un gran ejemplo de servicio público a España y a Europa”, así como “un muy querido amigo”. “Todos los socialistas estamos hoy consternados por la muerte de Pedro Solbes”, ha asegurado la ministra de Hacienda. “Un hombre sabio que aportó todo su talento para modernizar la economía española y que fue clave para la adhesión de España en la Comunidad Europea”. “España y los españoles le debemos mucho a Pedro Solbes”, ha abundado la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera. “La incorporación a las comunidades europeas, la modernización de nuestra economía o la creación del euro tienen su firma”.
El presidente de Partido Popular, Núñez Feijóo, ha valorado al exvicepresidente como “un servidor público y uno de los principales valores socialistas durante décadas”.. La Comisión Europea también ha emitido una nota de condolencia en la que lamentaba profundamente la noticia.