Aunque la reforma laboral aprobada en la legislatura anterior lograse reducir el número de contratos temporales registrados en los servicios públicos de empleo hasta mínimos históricos, esta caída se ha dado en detrimento de la duración de los mismos. Según datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) la vida de un contrato en 2023 llegó a los 46,36 días de media, su cifra más baja desde 2006.
En total, se firmaron 15.444.205 contratos en el año 2023, lo que supone una caída del 15,6% respecto a la cifra del año anterior. Del total de contratos, más de 8,8 millones fueron temporales, marcando un mínimo en la serie histórica. Comparando este dato con el del año anterior, se aprecia un descenso del 21,8% en este tipo de contratos. La diferencia es aún mayor con lo registrado en el periodo previo a la reforma laboral, entre los años 2015 y 2019, cuando se realizaban casi el doble de contratos temporales.
El dato de duración de los contratos, por otra parte, supera también la cifra registrada en 2019, el último año en el que el empleo no se vio afectado por el impacto de la pandemia ni por la reforma laboral, que no había entrado aún en vigor. En concreto, los contratos firmados en 2023 fueron, de media, de casi tres días menos.
Los contratos con una duración igual o inferior a una semana sumaron en 2023 más de 3,1 millones y representaron el 20,6% del total de contratos, porcentaje ligeramente superior al que se registró en 2022 (19,7%) pero lejos del 27,27% de 2019, antes de la reforma laboral. En comparación con 2006, la proporción de contratos con una duración igual o menor a siete días se incrementó en 2023 en seis puntos.
Los contratos con una duración de entre siete y quince días supusieron el 5,78% de todos los contratos firmados en 2023, por encima del 5,3% de 2022, en tanto que los de 15 días a un mes de duración también elevaron su peso en el total de la contratación, desde el 7,08% al 7,23%. En total, un tercio de los contratos suscritos en 2023 duraron un mes o menos.
Al mismo tiempo, los contratos con una duración superior o igual al año sólo representaron el 0,33% del total de contratos firmados en 2023, pero este porcentaje es mayor al de 2022 (0,28%), similar al de 2021 y superior al de 2019 (0,25%). Por contra, es inferior al 0,50% de 2006. La reforma laboral estableció el contrato indefinido como el ordinario, acabó con los contratos por obra o servicio e introdujo fórmulas para desincentivar los contratos de muy corta duración mediante una penalización en las cotizaciones empresariales.
Además, borró la diferencia entre contratos fijos periódicos y fijos-discontinuos, estableció una nueva definición del concepto de fijo-discontinuo y determinó tanto la posibilidad de que, a través de esta modalidad, pudieran llevarse a cabo las actividades realizadas al amparo de contratas mercantiles o administrativas, como la de formalizar un contrato fijo-discontinuo entre una empresa de trabajo temporal y una persona contratada para ser cedida. Así las cosas, el número de contratos fijos-discontinuos se ha disparado desde la reforma laboral. En 2023 se realizaron más de 2,3 millones de contratos de esta modalidad, casi nueve veces más de los que se hacían en 2019, antes de la reforma y la pandemia, y 17 veces más de lo que se suscribieron en 2006 (132.181 contratos fijos-discontinuos).
Con la reforma laboral de 2021 se ha reducido el volumen de contratos temporales a mínimos históricos y disparado el peso de los contratos indefinidos sobre el total hasta casi el 43%, frente al porcentaje cercano al 10% que se registraba antes de la entrada en vigor de la norma.
De hecho, en 2023 se firmaron 6.620.983 contratos indefinidos, el equivalente al 42,87% del total, con un descenso del 5,8% sobre 2022. Dentro de los contratos indefinidos efectuados en el conjunto del pasado ejercicio, 2.756.443 fueron a tiempo completo, un 7% menos que en 2022, y 1.550.774 a tiempo parcial, casi un 11% menos que en el año anterior.
A pesar de que el peso de los fijos se ha más que triplicado respecto a los datos anteriores a la reforma y de que nunca se han registrado tan pocos contratos temporales como ahora, la duración media de los contratos se encuentra en mínimos, con apenas 46,3 días frente a los 79,13 días de media de 2006. Algunos expertos señalan que esta paradoja se debe a que, aunque la reforma laboral ha impulsado al alza la conversión de trabajadores temporales en indefinidos, tanto en el fijo ordinario como en el fijo-discontinuo, también ha elevado la «mortalidad» de los contratos indefinidos ordinarios, de forma que, aunque se hacen más contratos de esta modalidad, su duración es menor.
.El propio sindicato USO ha alertado de la menor duración de los contratos y de que la estabilidad laboral que ha traído la reforma laboral sólo lo es en la superficie de los datos, pues, antes de esta norma, a pesar de haber menos contratos indefinidos, los contratos duraban más tiempo. «Se han pervertido los contratos, tanto el indefinido como el fijo-discontinuo, y se mantiene la temporalidad aunque se intente diluir entre las estadísticas», denunció recientemente el secretario general de USO, Pérez.