En efecto, la falta de mano de obra y el consiguiente aumento de las vacantes en España configuran una cuestión relativamente novedosa para un mercado de trabajo que durante décadas se
ha caracterizado por la escasez de empleo. Ambos factores ponen de relieve que existen márgenes de mejora de eficiencia significativos y que la coordinación de las políticas activas y pasivas de empleo y, muy especialmente, la reforma y modernización de los Servicios Públicos de Empleo son asignaturas pendientes que deben acometerse con decisión sobre la base de los mejores conocimientos disponibles. Esta es una de las conclusiones del último Panorama Social, publicación editada por Funcas, que enfoca la atención en la estrecha relación entre la economía y la sociedad, destacando la necesidad de abordar los desafíos contemporáneos desde diversas perspectivas de las ciencias
sociales.
En el número, titulado ‘Economía y sociedad’, Francisco Javier Mato (Universidad de Oviedo) explica que la escasez de mano de obra se está convirtiendo en un problema en los mercados de trabajo de las
economías avanzadas, y en particular, de la Unión Europea y España, regiones en las que las vacantes se han mantenido o incrementado de forma importante durante 2022 y el principio de 2023. En España,tanto la tasa de vacantes como la tasa de desempleo son significativamente superiores a las de antes
de la crisis financiera de 2008. Para el autor, las causas de esta situación son complejas. Entre ellas,destaca el envejecimiento de la población, los salarios por debajo de las expectativas de los potenciales trabajadores y la reducción de las horas efectivas de trabajo de las personas ocupadas. Pero también las transiciones digital y verde están demandando habilidades técnicas que no siempre se hallandisponibles entre los trabajadores.
Rafael Muñoz de Bustillo (Universidad de Salamanca) explora las consecuencias económicas y sociales asociadas al cambio tecnológico, centrando su atención en los efectos sobre la cantidad y calidad del empleo y sobre la desigualdad. En su opinión, las actuales y futuras tecnologías vinculadas a la Revolución Digital suponen un cambio sistémico en la forma de producir y organizar la sociedad. Elartículo repasa diversas estimaciones de empleos en riesgo de desaparición por la Revolución Digital, algunas de las cuales alcanzan a más de una tercera parte de los empleos. Señala, asimismo, que los efectos previsibles de la inteligencia artificial apuntan mucho más a la alteración de la combinación de
tareas realizadas por las personas trabajadoras que a la eliminación de puestos de trabajo.
Emilio Huerta y Carmen García (Universidad Pública de Navarra) presentan un diagnóstico sobre la situación de las empresas españolas y enfocan la atención en la distribución del valor añadido
generado en España durante las dos últimas décadas. En su artículo resaltan el papel de la innovación, la productividad y el tamaño empresarial en la competitividad y, a partir del análisis de estos factores explican la limitada competitividad de muchas empresas españolas. Advierten, además, de que entre las empresas españolas predominan los sistemas orientados hacia la eficiencia y los costes, en lugar de hacia la innovación, lo que influye de manera determinante sobre la productividad. Llaman asimismo la atención sobre aspectos relacionados con la organización empresarial que lastran la competitividad de las empresas, entre ellos, la existencia de gran número de niveles jerárquicos o la escasa delegación del poder de adoptar decisiones.
Los autores señalan que la evolución es más positiva en otras dimensiones: el esfuerzo en formación y la cultura de la calidad están asentadas en la mayoría de las empresas españolas, aunque con distinta intensidad en función de sus tamaños. También los sistemas de incentivos han ganado en presencia y variedad, alcanzando los pagos variables basados en los resultados de la planta o el equipo de trabajo a aproximadamente la mitad de las empresas (48%).
María Miyar (UNED y Funcas) analiza la percepción social de la situación económica en España entre 2000 y 2023 y pone de relieve el fuerte impacto de la crisis financiera de 2008 en la opinión pública sobre la economía nacional. Muestra cómo, desde esa fecha, los españoles tienden a valorar la economía más negativamente, incluso en momentos de crecimiento económico. Por lo que se refiere a los últimos años, desde la crisis sanitaria provocada por la pandemia, la proporción de población mayor de edad que valora la situación económica general de España como “mala” o “muy mala” supera holgadamente a la mitad, habiendo alcanzado en los primeros meses de 2021 proporciones cercanas al 90%. La autora
subraya la importancia de mejorar la comprensión de las dinámicas económicas por parte de la población, en beneficio tanto de la economía como de la sociedad. En particular, que la sociedad esté
bien informada sobre la evolución de la economía puede contribuir a mejorar sus decisiones financieras y a tener una visión más realista de los retos a los que se enfrenta el país en un contexto económico tan interconectado y competitivo como el actual.