La evolución del PIB estará condicionada por elementos contrarios. Si a corto plazo van a persistir factores alcistas, en la segunda mitad del año los factores negativos pesarán en el ritmo de crecimiento, según han advertido el director general de Funcas, Ocaña, y el director de Coyuntura, Torres, en la actualización de las previsiones para España en el periodo 2023-2024. A favor de la economía juegan la desescalada de los precios energéticos, la plena normalización del turismo y el mejor ritmo de ejecución de los fondos europeos. En contra juegan el impacto de la política monetaria, la elevada inflación y las tensiones en los mercados financieros surgidas tras la caída de Silicon Valley Bank. Las previsiones parten del supuesto de un aumento de los tipos de interés del BCE (facilidad de depósitos) desde el 3% actual hasta el 3,75% a final de año, antes de bajar en 2024. El impacto contractivo de la política monetaria y de las tensiones financieras se visibilizará con más contundencia a partir del verano, momento a partir del cual el avance del PIB perderá vigor. Esto explica los contrastes en el perfil trimestral de crecimiento: tras el repunte de los dos primeros trimestres, se espera una desaceleración en el resto del año. Esta ralentización se trasladará a 2024, lo que ha motivado un recorte de la previsión para ese año hasta el 1,4%, cuatro décimas menos que en enero.
El director general de Funcas, Ocaña, ha apuntado que “este escenario de crecimiento débil y elevada inflación en España y en el conjunto de Europa probablemente caracterizará todo el periodo de previsión”. La demanda interna será el principal motor de la economía, destacando el tirón de la inversión gracias al estímulo de los fondos europeos. El director de Coyuntura de Funcas, Torres, ha señalado que “el Next Generation explicaría cerca de la mitad del crecimiento previsto de la inversión, y aportaría cuatro décimas de crecimiento del PIB”. El otro impulsor de la demanda será el consumo público. El consumo privado, sin embargo, apenas avanzará, lastrado por la pérdida de poder adquisitivo de las familias y la merma del colchón de sobre-ahorro heredado de la pandemia. La tasa de ahorro de los hogares cayó en 2022 hasta el 7,2% de la Renta Disponible Bruta anual, desde el 13,7% del año anterior. Para este año se espera una caída adicional hasta el 6,7%.
La aportación del sector externo se ha revisado significativamente al alza -siete décimas- debido al auge del turismo extranjero, que debería superar los niveles prepandemia en la próxima temporada, y albuen comportamiento de las exportaciones de mercancías y de servicios no turísticos. La caída de los precios energéticos ayudará a moderar la inflación, aunque esta seguirá por encima del objetivo del BCE. El deflactor del consumo de las familias se incrementará un 4,3% este año y un 3,4% el próximo.
El deflactor del PIB –que mide la presión de los precios internos, es decir, descontando los costes importados— subirá con más vigor, un 4,8% en 2023 y se frenará hasta el 3,2% en 2024.
El mercado laboral se mantendrá como uno de los principales factores de resistencia de la economía española. Pese a la desaceleración de la actividad, Funcas prevé la creación de cerca de 200.000 empleos netos este año (en términos equivalentes a tiempo completo) y de otros 170.000 en 2024. La tasa de paro bajará hasta el 11,9% en 2024, un nivel todavía elevado en comparación europea.
El plus de ingresos provocado por la inflación y los nuevos impuestos permitirán un descenso del déficit público. Pero el recorte será leve, hasta el 4,5% del PIB, por la ralentización de la economía, las medidas anti-inflación, la indiciación de las pensiones y las mayores cargas financieras por la subida de tipos.
Para 2024 se espera que baje al 4,3%. Ese año la deuda pública se situará en torno al 110% del PIB. La persistencia de un déficit público superior al 4% es una de las mayores amenazas para la economía española, en un contexto de retirada del apoyo del BCE en materia de tipos y de compra de deuda pública. Pero el riesgo más preocupante es una perturbación financiera más intensa de lo previsto. Bajo la hipótesis incorporada en esta previsión de una subida adicional de tipos de interés de 75 puntos básicos, los pagos por intereses de los hogares aumentarían en 16.000 millones de euros y los de las empresas no financieras, en 24.000 millones. Un encarecimiento de las cargas financieras más abrupto de lo anticipado aumentaría el riesgo de impago en los sectores más vulnerables