Asi, por ejemplo, el reparto del PIB per cápita, se mantiene en 27.800 euros por habitante (siempre descontado el efecto inflación), una cifra que supera en menos de un 3% la cuantía que arrojaba en 2019. En ese mismo periodo, desde la época inmediatamente anterior al Covid, dicha variable creció más del doble en el conjunto de la eurozona, de acuerdo con los datos recientemente revisados de la Oficina Estadística de la UE (Eurostat), cuyo último registro corresponde a los inicios del ejercicio 2025.
La evolución solo puede ser chocante, como pone de manifiesto el director general del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Izquierdo, teniendo en cuenta «el fuerte crecimiento agregado de la economía en los últimos años, que ha sido incapaz de traducirse en una mejora siquiera equivalente del reparto de la riqueza por habitante».
En 2019, nuestros país se situaba 25 puntos porcentuales por debajo de la referencia que marcaba la Unión Monetaria. Seis años después esta última se sitúa en 37.220 euros, en términos reales, lo que supone también ahora una diferencia del 25% en relación a nuestro país. Si la comparativa se lleva a cabo con el promedio de los 27 países de la Unión Europea, los resultados tampoco son benévolos para nuestro país dado que la brecha disminuye, pero todavía rebasa los 17 puntos porcentuales.
Esta congelación de la riqueza española por habitante, hace que todas los demás grandes del euro le superan: Italia, con 32.890 euros; Francia, con 38.110; y Alemania, con 43.110 –empatado con Finlandia–. En este último caso, además, debe tenerse en cuenta que la locomotora europea ha mostrado un descenso notable, desde este punto de vista, con respecto a los 44.230 euros que mostraba todavía en el año 2022, recién superada la crisis del coronavirus.
En 2011, año correspondiente al cénit de la última gran crisis financiera, los españoles estaban muy cerca de igualar el promedio comunitario en cuanto a poder adquisitivo, al situarse en 93 puntos (medido no en euros sino en términos de paridad de poder de compra en base 100); es más dicho registro se acercaba notablemente al 105 que Italia mostraba en el mismo periodo de tiempo. Los españoles no volvieron a recuperar ese nivel de poder adquisitivo (los 93 puntos) hasta 2017 y fue por muy poco tiempo, dado que en 2018 esa cota había descendido dos puntos. En cuanto a su situación actual, los últimos datos de Eurostat muestran que el indicador perdió en 2020 la barrera de las 90 unidades y la brecha con respecto a la media comunitaria ha vuelto a niveles propios de la primera década de este siglo, en los primeros años de vida del euro.
Desde el IEE, los análisis llevados a cabo por Izquierdo destacan que «una parte significativa del crecimiento del que España se beneficia en los últimos ejercicios», con un 3% esperado para el conjunto de 2025, «se diluye al repartirse entre un mayor número de habitantes y trabajadores, sin que aumente de forma apreciable el valor añadido generado por cada uno de ellos». En otras palabras, el foco vuelve a situarse en los problemas de productividad que España atraviesa, que ha seguido una evolución completamente en paralelo con respecto al PIB per cápita. En otras palabras, ambas muestran un estancamiento semejante casi al milímetro.
