Y en eso anda el ocupante de La Moncloa que, además así lo ha reconocido a los periodistas en ellos corrillos de Palacio durante el cóctel posterior al desfile para ello, primero acometerá un reajuste del propio gobierno con el cambio de algún ministro, e inmediatamente después un gran cambio en el partido. En este sentido, al presidente se le preguntó los corrillos de periodistas por la situación que atraviesa su gobierno y se limitó a defender la respuesta «contundente» y rápida de su partido y de su Gobierno y la contrapuso con la actitud del PP, que «escondía» los escándalos y no asumía responsabilidades, por mucho que quiera erigirse con Vox en los «Torquemadas de la corrupción». Pero también habló de los cambios que están por venir.
La realidad es que quiere que lo que queda de partido vaya «dos pasos por delante» del Ejecutivo, que sea el PSOE el que marque la «orientación política» del Gabinete, por lo que se requiere un nuevo partido. Y para ello, aprovechará el 41º Congreso Federal del PSOE, que se celebrará en Sevilla del 29 de noviembre al 1 de diciembre, para una «renovación», «importante por muchos motivos». Se tratará, primero, de un refresco «de equipos». No precisó el líder socialista cuál será el alcance de los relevos, ni si tocará los pilares de la ejecutiva, que ahora mismo son sus números dos y tres, Montero y Cerdán.
El presidente adelantó a los periodistas que por el momento solo hará ese ajuste. «Mi idea es que solo sea Teresa» quien salga del Consejo de Ministros, señaló. Aunque anticipó sus intenciones, dejó claro que no descarta algún cambio más, de ahí que hiciera su afirmación en condicional. En su Gabinete asumen el despiste: no saben quién será el relevo de la vicepresidenta, tampoco cómo será el retoque de la cúpula.
De cualquier forma, en estos momentos está centrado en el discurso que justifica y valida los cambios. Sánchez contó que quiere que la ponencia política, contenga «propuestas que retroalimenten el discurso y la acción del Gobierno». Recordó que el mandato que dio a los suyos en la reunión del comité federal del pasado 7 de septiembre era que el partido fuera «dos pasos por delante» del Ejecutivo, y pretende que se cumpla. Busca, por tanto, que el 41º Congreso marque la «orientación política» del Gabinete.
Además, ahora, el reto son los Presupuestos de 2025. El Ejecutivo, repitió, no va a «eludir su responsabilidad» de presentarlos, aunque es consciente de que no será sencillo por la aritmética parlamentaria, pero «es la que es y hay que operar sobre los escaños que hay». Ahora bien, el Gobierno «no opera sobre el vacío» y esperará a que se culminen los congresos de Junts —agendado para finales de octubre— y ERC —30 de noviembre— para presentar su proyecto de cuentas públicas.
El presidente no dio más detalles sobre cómo articulará la financiación singular para Cataluña, casándola con la reforma del modelo para todas las comunidades autónomas. Lo que sí hizo fue poner en valor la presencia de un president de la Generalitat en unos actos del 12-O por primera vez en 14 años. Illa acudió al desfile militar y a la recepción en el Palacio Real, y el último en hacerlo fue José Montilla en 2010.
Así que, según sus palabras, de crisis y preocupación poco. Toca trabajar y de eso se va a ocupar el señorito, pero mucho nos tememos que con la que s ele viene encima poco tiempo va a tener para esta floritura de salón, porque la cara decía lo contrario de o que sus palabras querían traslucir, aunque hay que reconocerle el merito de ser un gran actor capaz de aguantar los focos sin que apenas se le note el rictus de preocupación.