Fue un espacio de diálogo fructífero, en el que empresarios e instituciones de ambos lados del Atlántico compartimos experiencias reales de internacionalización y reflexionamos sobre cómo afrontar, con éxito, los desafíos del actual escenario económico mundial.
Más allá del intercambio de testimonios, lo que subrayó la Cumbre fue una convicción compartida: la internacionalización no es ya una opción, sino una necesidad, especialmente en un contexto global marcado por tensiones comerciales, nuevas barreras arancelarias y el auge de bloques regionales. Y en esa necesidad, la relación entre Iberoamérica y España emerge como un puente estratégico y de confianza para empresas de todo tamaño.
Iberoamérica, una región estratégica
La primera pregunta que nos planteó el panel fue directa: ¿Por qué Iberoamérica es una región propicia para expandir los negocios? La respuesta exige una mirada amplia:
En primer lugar, porque compartimos lengua, cultura y valores, elementos que facilitan una integración empresarial mucho más fluida que en otras regiones del mundo. Esta cercanía cultural genera confianza y reduce costes de transacción, dos activos clave en cualquier proceso de expansión internacional.
En segundo lugar, porque Iberoamérica constituye un mercado de 650 millones de personas, con sectores estratégicos en pleno desarrollo: energía, agroindustria, digitalización e infraestructuras. Precisamente los mismos ámbitos donde España y Europa pueden aportar experiencia, inversión y tecnología, al tiempo que se benefician de la escala y el dinamismo de la región.
Y, en tercer lugar, porque España es la gran puerta de entrada a Europa para Iberoamérica, y viceversa. Madrid concentra siete de cada diez euros de inversión extranjera que llegan a España, y buena parte de esas inversiones proceden de empresas iberoamericanas que eligen nuestra ciudad como plataforma para proyectarse al resto de Europa.
Por todo ello, Iberoamérica no es solo una región propicia, es estratégica e imprescindible. En un mundo donde se levantan nuevas barreras comerciales, la relación entre España e Iberoamérica cobra aún más relevancia.
El debate también se centró en las estrategias más utilizadas para entrar en los mercados iberoamericanos. Desde nuestra experiencia en la Cámara de Comercio de Madrid, acompañando a miles de empresas en sus procesos de internacionalización, observamos que no existe una fórmula única: el sector, el tamaño y el grado de madurez del proyecto determinan la vía de entrada.
Con todo, hay tres estrategias recurrentes:
1. Alianzas locales: joint ventures, acuerdos con distribuidores o con socios estratégicos. Es la estrategia más común, porque permite conocer el mercado desde dentro y adaptarse mejor a las realidades culturales, regulatorias y logísticas.
2. Inversión directa: la apertura de filiales, sedes o adquisiciones de empresas locales. Requiere un músculo financiero mayor, pero garantiza una presencia más consolidada y estable en el tiempo.
3. Exportación flexible: comenzar con operaciones de exportación, testar el mercado y, a partir de ahí, escalar hacia estructuras más sólidas. Es la fórmula preferida por muchas pymes, porque reduce riesgos y permite aprender antes de dar el salto definitivo.
Sea cual sea el camino elegido, lo decisivo es la capacidad de adaptación: comprender las normativas, respetar las diferencias culturales, integrar talento local y construir relaciones de confianza. Muchas pymes madrileñas han aterrizado en Colombia o México con acuerdos de distribución, y solo después de consolidarse han establecido filiales propias. Internacionalizarse no consiste únicamente en entrar en un mercado, significa formar parte de él, con respeto a las normas locales, al talento y a la cultura empresarial.
La tercera cuestión del panel abordaba un horizonte más amplio: ¿cómo vemos el futuro de las empresas iberoamericanas en los mercados globales? Mi convicción es que el futuro de estas empresas no depende únicamente de su fortaleza individual, sino de la capacidad de construir relaciones sólidas, tanto dentro de la región como con socios estratégicos.
En un mundo donde resurgen los aranceles y se consolidan los bloques comerciales, Iberoamérica deberá integrarse en cadenas de valor más diversificadas y sostenibles. En este camino, identifico tres factores clave:
• Innovación y digitalización son elementos imprescindibles para competir en sectores punteros y posicionarse en los nuevos ejes de la economía global.
• Talento joven y global. Una generación que aporta creatividad, capacidad de adaptación y una visión cosmopolita que encaja con los retos de la internacionalización.
• Alianzas estratégicas, especialmente con regiones afines, como la que mantienen Iberoamérica y España, con Madrid como hub natural de acceso a Europa.
Por eso, soy optimista: las empresas iberoamericanas no solo tienen capacidad para participar en la globalización, sino también para liderar su evolución en sectores clave. Y en esa trayectoria, la cooperación con España y la Unión Europea será decisiva.
Madrid, en particular, se ha convertido en la casa de América en Europa: un punto de encuentro natural para las empresas iberoamericanas que buscan crecer en el Viejo Continente.
El cierre de la Cumbre nos invitó a responder a una última pregunta: ¿qué consejo daría a quienes quieran expandirse internacionalmente? Mi respuesta fue sencilla, pero refleja la esencia de lo que creo: no lo hagan solos. Construyan alianzas, busquen socios estratégicos y confíen en instituciones que están precisamente para acompañar este proceso, como las Cámaras de Comercio.
Porque internacionalizarse no es solo una cuestión de abrir nuevos mercados: es una apuesta por crecer juntos. Cada empresa que cruza fronteras no solo amplía sus oportunidades; también genera valor en el país al que llega y en la región de la que procede. Porque internacionalizarse no es únicamente abrir nuevos mercados: es generar valor compartido.
Creo que una enseñanza de esta Cumbre es, precisamente, que ningún empresario debería intentar este viaje en solitario. Las alianzas son la llave de la internacionalización, y las Cámaras de Comercio existimos para acompañar y facilitar ese proceso.
La Cumbre Internacional Bogotá y Cundinamarca demostró que, en un mundo cada vez más fragmentado, las alianzas estratégicas son el camino más seguro hacia un crecimiento sostenible y compartido. España e Iberoamérica tienen en sus manos una oportunidad única: reforzar su vínculo histórico, cultural y económico para proyectarse al mundo como socios naturales y confiables. Y Madrid, como hub europeo, está preparada para desempeñar ese papel de puente. Porque cuando América y España caminan juntas, no solo se expanden las fronteras de los negocios, se construye una alianza global con futuro.