Además, el think thad empresarial ha presentado los resultados del Índice de Barreras Comerciales (IBC) 2025, adaptado por el IEE para España, de la Fundación Tholos. El informe advierte de que el comercio internacional está atravesando un periodo de creciente incertidumbre. La transición desde un orden multilateral hacia un escenario de bloques regionales y tensiones geopolíticas ya no es una hipótesis, sino una tendencia medible. Esta deriva está reconfigurando las cadenas de valor globales y las decisiones de inversión, afectando especialmente a economías abiertas como la española.
El año 2025 ha supuesto un punto de inflexión en el proceso de globalización de la economía mundial de las últimas décadas. El gran cambio ha sido la introducción unilateral de aranceles por parte de EE. UU. a sus importaciones con tipos entre un 10 y un 20% para mayor parte de los países y con niveles incluso superiores para determinados países como China, India, México, Canadá, Suiza, Brasil y países del sudeste asiático, como Camboya y Vietnam. La consecuencia de todo ello ha sido un aumento de incertidumbre a nivel mundial, una contracción de los flujos comerciales y unas expectativas de menor crecimiento. La situación, además, no está fija porque estamos asistiendo a cambios tanto positivos como negativos en tiempo real, entre otras razones porque EE. UU. está utilizando estos aranceles como incentivo y penalización para que los distintos países en función de su mayor o menor alineación, con sus intereses geopolíticos y económicos. De cualquier modo, lo que sí parece claro es que el entorno global en el que nuestras empresas se van a tener que desenvolver va a ser menos libre que el que fue en el pasado.
• El impacto sobre el PIB de España de la subida arancelaria podría ser de entre una y dos décimas de PIB en el 2025, y hasta de cuatro décimas del PIB en 2026. La UE puede perder este 2025 un orden de tres décimas de crecimiento del PIB como consecuencia de los aranceles americanos, pero el orden de magnitud podría ser aún superior de prolongarse y/o agravarse en el tiempo esta situación.
• España se enfrenta a un aumento del proteccionismo en sus exportaciones al resto del mundo, de un orden del 10% en el 2025 en relación al 2019. Los aranceles propiamente dichos, que son la componente más relevante que soportan las empresas españolas han aumentado en más de un 13% pero las barreras no arancelarias se han elevado en este mismo periodo, para las empresas españolas, en un 45%.
• España es un país muy abierto al exterior, que impone un nivel de barreras comerciales a sus importaciones de un orden de un 6% inferior del promedio de la OCDE y de un 9% menor al promedio de la UE.
• En 2025, los países con mayores barreras comerciales a sus importaciones en la OCDE son Turquía, Corea del Sur, Hungría, Polonia y EE. UU., por el contrario, los países desarrollados que imponen menos barreras comerciales a sus importaciones son Israel, Canadá, Nueva Zelanda, Japón y Australia.
• Los aranceles no dejan de ser impuestos que suponen un aumento de costes para las exportaciones, que solo pueden ser compensados con medidas de competitividad que reduzcan nuestros costes y que aumenten el valor añadido de las exportaciones. Además, debemos intentar diversificar nuestros mercados a países terceros, e intentar mantener nuestra cuota de mercado en EE. UU. en el nuevo entorno.
La pertenencia de España a la UE obliga a considerar una doble perspectiva de los efectos de la subida arancelaria sobre la economía española; la directa identificada a través de la incidencia de los aranceles sobre los aranceles sobre los EE. UU.; y la indirecta, que se visibiliza a través de los efectos de los aranceles sobre el crecimiento económico de la UE. A este respecto, se plantea que la UE puede perder este 2025 un orden de tres décimas de crecimiento del PIB como consecuencia de los aranceles americanos, pero el orden de magnitud podría ser aún superior de prolongarse y/o agravarse en el tiempo esta situación. Un problema nuevo es la desviación de las exportaciones chinas, desde EE. UU. a Europa como consecuencia de los aranceles y de la apreciación del euro.
En lo que respecta a España, nuestras exportaciones de bienes a EE. UU. suponen el 1,2% del PIB frente al 2,9% del PIB que representan las exportaciones de la UE a los EE. UU. con países como Alemania y Países Bajos que exportan el 3,7% del PIB. Por ello, el impacto sobre el PIB de España de la subida arancelaria podría ser de entre una y dos décimas de PIB en el 2025, y hasta de cuatro décimas del PIB en 2026. Los peores efectos pueden manifestarse en los sectores más integrados en las cadenas de valor comerciales con EE. UU. como son el farmacéutico, la metalurgia, industria auxiliar de construcción, química y fabricación de maquinaria y bienes de equipo. Un problema añadido es la contracción de la inversión directa que España recibe de EE. UU. que suponía un orden del 15% del total y que ya ha empezado a contraerse significativamente este ejercicio, como consecuencia de la apreciación del euro sobre el dólar, y del menor interés de EE. UU. en invertir en el exterior, en un contexto de incertidumbre y contracción de los flujos comerciales.
La política económica europea y española debe de dar una adecuada respuesta a este nuevo entorno. La UE tiene las competencias comerciales, con lo que va a incorporar lo que se denominan aranceles de reequilibrio como respuesta a los aranceles de EE. UU., pero no está claro que esta sea la mejor solución, por lo que de imponerse deberíamos redirigir los recursos obtenidos con estos aranceles a medidas de apoyo y de mejora de la competitividad de los sectores afectados. Lo que sí parece positivo es priorizar la ratificación de acuerdos comerciales, como el de MERCOSUR, para crecer en mercados alternativos y ahondar en todas aquellas medidas que consoliden el mercado único europeo y/o reduzcan en los sectores más afectados.
A nivel empresarial, los aranceles no dejan de ser impuestos que suponen un aumento de costes para las exportaciones, que solo pueden ser compensados con medidas de competitividad que reduzcan nuestros costes y que aumenten el valor añadido de las exportaciones ya que ello las hace más insensibles a estos aumentos de costes. Además, muchas empresas intentarán diversificar su mercado a países terceros y/o reconfiguren sus cadenas de valor para mitigar el aumento de costes que suponen los aranceles, a través del desplazamiento de las fases de producción finales a los países que sufran un menor nivel de aranceles por parte de EE. UU., algunos sectores, que están sufriendo una contracción de sus márgenes por los aranceles, es posible que a medio y largo plazo se vean obligadas a repercutir estos aranceles a sus clientes de EE. UU. Este efecto será mayor en las actividades de alto valor añadido con intensidad tecnológica y en los que coincida que la asimetría de las subidas arancelarias supongan un abaratamiento relativo de las exportaciones europeas a los EE. UU. en relación a la de otros países.
Índice de Barreras Comerciales de 2025
El Índice de Barreras Comerciales de 2025, de la Fundación Tholos y adaptado para España por el IEE, analiza 122 países, que representa el 97% del PIB mundial, desde la perspectiva de medir el grado de proteccionismo imperante en cada uno de ellos.
El índice, no solo incorpora los efectos directos de las barreras arancelarias, que son las que han sufrido más subidas este año con el resto de medidas indirectas proteccionistas, como son las barreras arancelarias, barreras no arancelarias, restricciones al comercio de servicios, al comercio digital, así como a otro tipo de medidas que facilitan estos intercambios.
España se enfrenta a un aumento del proteccionismo en sus exportaciones al resto del mundo, de un orden del 10% en el 2025 en relación al 2019. Los aranceles propiamente dichos, que son la componente más relevante que soportan las empresas españolas han aumentado en más de un 13% pero las barreras no arancelarias se han elevado en este mismo periodo, para las empresas españolas, en un 45%. Por contra, las restricciones a las exportaciones de servicios de las empresas españolas se han reducido entre 2019 y 2025, en un 27%, siendo las principales mejoras las correspondientes a las exportaciones de servicios financieros y telecomunicaciones, aunque es la componente de menor peso de las analizadas.
En 2025, los países con mayores barreras comerciales a sus importaciones en la OCDE son Turquía, Corea del Sur, Hungría, Polonia y EE. UU., por el contrario, los países desarrollados que imponen menos barreras comerciales a sus importaciones son Israel, Canadá, Nueva Zelanda, Japón y Australia. España es un país muy abierto al exterior, que impone un nivel de barreras comerciales a sus importaciones de un orden de un 6% inferior del promedio de la OCDE y de un 9% menor al promedio de la UE.
Fuera de la OCDE, los países con mayores barreras comerciales en 2025 son Indonesia, Rusia e India, con una protección de un 55% superior a la que imponen los países de la OCDE, mientras que las economías más abiertas del mundo en sus importaciones son Hong Kong y Singapur, con un nivel de protección inferior al promedio de la OCDE en un 25%. Desde 2019, la polarización entre economías abiertas y proteccionistas se acentúa, con 52 países aumentando sus barreras y solo 29 reduciéndolas. Esta divergencia revela una creciente polarización en las estrategias comerciales: mientras algunos gobiernos apuestan por la apertura y la integración en los mercados globales, otros refuerzan sus restricciones, posiblemente en respuesta a tensiones geopolíticas o presiones internas. A una escala agregada, en particular Rusia y algunos países de Europa del Este, como Polonia, junto con diversas economías del continente asiático y de Oceanía, como India e Indonesia, son las que presentan mayores barreras al comercio exterior durante este periodo a nivel mundial. Se ha de destacar que, en Europa, la facilitación del comercio y, en particular, las restricciones al comercio digital han empeorado.
Desglosando por tipo de barrera comercial, España destaca de forma positiva especialmente en reducidas restricciones a la importación de servicios profesionales, de entretenimiento, telecomunicaciones, financieros y la construcción, muy por debajo de la media europea lo que evidencia un entorno regulatorio favorable. En los últimos cinco años, en un contexto de intensificación de las medidas proteccionistas en el panorama internacional, la economía española ha experimentado en su conjunto un menor aumento de las barreras comerciales a sus importaciones (1,2%) que las establecidas por la OCDE (5,7%) y la UE (13,8%). Esta mayor apertura interna de nuestra economía ante los productos y servicios procedentes del exterior, en un contexto de armonización de nuestra política arancelaria dentro de la UE es una circunstancia que podría justificar una situación preferencial para España en un contexto de imposición de aranceles por terceros países, y cuanto menos, obliga a que España tenga derecho a que tener siempre las mismas condiciones que se imponga a la UE en su conjunto.
