Así se adaptará la industria al marco jurídico europeo y contribuir a la meta de reforzar la competitividad y la autonomía estratégica de la región, pero también tratar de recuperar la inversión, que sigue de capa caída. El momento es clave, con una industria muy debilitada que mantiene en estado de coma a la principal economía del área, Alemania (su PIB volvió a contraerse un 0,1% en el segundo trimestre), y cuando las tensiones geopolíticas arrecian a nivel global sin que hayan terminado de resolverse todos los problemas que la Covid-19 originó en las cadenas de suministro global. Para la propia economía española, que se ha beneficiado de la buena marcha de los servicios desde la recuperación de aquella crisis y que afronta perspectivas de un crecimiento menos boyante en el medio plazo, también supone un reto de primer orden.
Fuentes próximas al Ejecutivo explican que actualmente están trabajando con los sindicatos para buscar un acuerdo amplio en torno a los retos que plantea la situación del sector. Pretenden terminar de definir en los próximos meses la estrategia nacional en torno a la industria e incorporar a ella elementos fundamentales como la defensa de la autonomía estratégica en España y en Europa. Esto requerirá necesariamente reforzar la capacidad productiva del país. El pasado 11 de julio terminó el plazo para presentar alegaciones al documento y, con la idea de lograr un acuerdo lo más amplio posible, está abierto a las recomendaciones que vayan haciendo los sectores específicos antes de aprobarlo en Consejo de Ministros y remitirlo a las Cortes para su trámite parlamentario, donde el Ejecutivo cuenta con incorporar las enmiendas de los grupos.
Una de las principales novedades de la ley es que prevé abordar posibles abandonos de proyectos industriales que el país considere estratégicos a través de una metodología que fijará un periodo de trabajo conjunto entre los representantes sindicales, las empresas y las administraciones. En aquellos proyectos que son elementos de declive industrial de una cierta dimensión el Gobierno establece mesas para la reindustrialización, de forma que se busquen alternativas. Otra es que los proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica, conocidos como Perte, dejarán de ser un instrumento coyuntural y pasarán a convertirse en una herramienta de política industrial reconocida por el nuevo anteproyecto. Este fija por primera vez una hoja de ruta a seis años para la actividad industrial del país, que permitirá incluir los programas, las medidas y los recursos que se destinarán al sector en el marco de un plan estatal a tres años.
Los expertos inciden en que para que funcione, la ley deberá contar con la colaboración del sector privado y, sobre todo, impulsarse desde un enfoque estratégico que abarque también competencias de defensa, transición ecológica, transporte e infraestructuras. «Esta perspectiva estratégica, centrada en una política de Estado, es necesaria para que la posición industrial española en las instituciones europeas no se debilite de manera estructural a corto y medio plazo».
En medio del cambio tecnológico asociado a la digitalización, del reto que plantea el cambio climático y la descarbonización de las economías en marcha, y ante la crisis del multilateralismo, la política industrial se ha convertido en una prioridad para Europa. Los problemas que atraviesa el sector en Alemania son un buen ejemplo de ello. Tras el estallido de la guerra en Ucrania en 2022, los sectores más intensivos en energía fueron los que arrastraron al resto de la industria. Sin embargo, en lo que va de año, los más afectados están siendo otros sectores más expuestos al actual contexto de tipos de interés elevados, como los de fabricación de material y equipo eléctrico o de maquinaria, subrayan desde CaixaBank Research.
Por otra parte, las tensiones geopolíticas en Oriente Medio no han remitido y prosiguen los ataques a cargueros en el Mar Rojo, lo que continúa forzando el desvío por rutas más largas que aumentan notablemente los costes. Desde el pasado mes de abril, el coste de transporte de los fletes marítimos se ha más que duplicado hasta niveles que no se veían desde septiembre de 2022. Esto ha encarecido las principales materias industriales, incluido el crudo, y no parece que la situación vaya a mejorar en los próximos meses.