Así lo refleja la última encuesta sobre I+D en la industria farmacéutica 2022, que Farmaindustria realiza cada año entre sus compañías asociadas, que también apunta que el 60% de los casi 1.400 millones de euros mencionados se dedicaron a desarrollar ensayos clínicos -un 5,6% más que el año anterior y la partida que más inversiones representa dentro de las distintas fases de la investigación de nuevos tratamientos-.
La apuesta de las compañías por realizar investigación clínica en nuestro país ha aumentado a un ritmo medio anual acumulado del 5,7% en los últimos 10 años, pasando de los 479 millones de euros registrados en 2012 a los 834 millones de euros en 2022. España es ya para muchas compañías farmacéuticas el segundo país del mundo en actividad en ensayos clínicos, sólo por detrás de Estados Unidos, y participa en uno de cada tres ensayos que se ponen en marcha en Europa.
Del mismo modo, la industria farmacéutica invirtió 175 millones de euros en investigación básica. Esta es la segunda partida con mayor dotación de recursos, que ha experimentado un crecimiento superior al 11% con respecto a 2021 y que supone que uno de cada ocho euros de la I+D biomédica se dedican a estas fases básica y preclínica, las más complejas. A esta le siguen los 114 millones dedicados al desarrollo tecnológico y otros 105 para labores de farmacoeconomía, epidemiología y estudios posautorización. “Para nosotros es un orgullo que la cifra de inversión en I+D crezca cada año, lo que ha conseguido que seamos el sector industrial que más invierte en investigación en nuestro país, tanto en términos absolutos (junto con el del automóvil) como en términos relativos (con relación a nuestro tamaño o cifra de negocio), donde también lideramos el ranking, en este caso junto al sector aeroespacial. De esta inversión se benefician sobre todo los pacientes, porque buena parte se dedica a poner en marcha ensayos clínicos, lo que supone que miles de personas en España estén accediendo de manera temprana a los tratamientos del futuro, a ese nuevo medicamento, esa nueva terapia innovadora para su enfermedad, que, si todo va bien, verá la luz cuatro o cinco años más tarde. Y esto, para muchos pacientes de enfermedades graves supone una oportunidad única para curar su enfermedad”, valora el director general de Farmaindustria, Yermo.
Esta apuesta por la investigación clínica también permite que cada vez más hospitales españoles puedan participar en ensayos con nuevos medicamentos, lo que “contribuye a que nuestros profesionales sanitarios estén a la vanguardia del conocimiento científico y a mejorar la calidad de la prestación de nuestro sistema sanitario”, añade Yermo.
La industria farmacéutica destinó casi la mitad de la inversión en España, 633 millones de euros, a contratos de investigación con hospitales, universidades y centros públicos y privados (lo que la encuesta llama “inversión extramuros”). Esta aportación significa una contribución clave para garantizar la sostenibilidad financiera de estos centros, aumentar la cualificación de sus investigadores y facilitar el acceso de los pacientes involucrados en ensayos clínicos a los tratamientos más punteros.
La magnitud de esta aportación —auténtico paradigma de la colaboración público-privada en nuestro país— ha sido refrendada recientemente por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en su estadística sobre actividades de I+D, que sitúa a la industria farmacéutica como el primer sector de la economía española por sus inversiones extramuros, que suponen aproximadamente un tercio del total de todo el sector industrial.
En cuanto a la “inversión intramuros”, la ejecutada en los centros de investigación de las propias compañías, alcanzó los 762 millones de euros, representando el 55% del total de la inversión en I+D.
Según la encuesta, todas las comunidades autónomas captaron inversiones en I+D por parte de la industria farmacéutica innovadora, aunque Madrid (30,4%) y Cataluña (26,7%) acaparan más de la mitad de la inversión total en España. “Necesitamos más centros para hacer investigación clínica, puesto que el 57% de los ensayos se concentran en dos autonomías. La pandemia ha sido clave en este aspecto, porque demostró que con la digitalización se puede lograr esa necesaria descentralización y que cada vez más pacientes tengan cerca la posibilidad de participar en un ensayo clínico. Esto conllevará una mayor equidad en todo el territorio y que las oportunidades no dependan del código postal”, señala el director general de Farmaindustria.
Por otro lado, en los últimos años de la encuesta se aprecia cómo, dentro del total de inversiones en investigación clínica, han ganado un notable peso los ensayos en fases tempranas, que suben casi 10 puntos y pasan de representar el 26,8% en 2012 al 36,4% en 2022 en cuanto a montante económico se refiere (en número, los ensayos en fases I y II representan el 58% de los aprobados por la Agencia Española de Medicamentos en 2022). Por su parte, los ensayos clínicos en fase III (los que se realizan con un mayor número de pacientes) mantienen su peso y cae el porcentaje de la inversión para los de fase IV (la posterior a la comercialización del medicamento), aunque su dotación económica se ha mantenido estable en estos años.
Finalmente, entre los datos que arroja la encuesta I+D en la industria farmacéutica 2022 destaca el crecimiento constante del empleo directo en las compañías dentro de los departamentos investigadores, que ya se sitúa en 5.498 personas, la cifra más alta registrada. Este empleo, además de igualitario —el 67% de los profesionales que trabajan en los departamentos de I+D son mujeres—, es altamente cualificado: en 2022 se ha superado por primera vez el 90% de titulados universitarios en esta área. La cualificación de la plantilla investigadora de la industria farmacéutica es uno de sus rasgos más característicos. En los últimos diez años ha aumentado en casi 9 puntos su peso sobre el total de personal en investigación.