Así lo aseguran los expertos de ING, que reconocen que aún hay muchas dudas y cuantificar completamente el impacto de semejante tsunami arancelario es casi imposible. Según sus cálculos, los aranceles generales del 20% podrían reducir en 0,3 puntos porcentuales el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) de la eurozona durante los próximos dos años. «Pero hay más que el impacto directo. Piensen en los efectos secundarios que estos aranceles tendrán sobre la confianza de los consumidores y las empresas europeas. Parece probable que se frene el consumo y la inversión. Esto mantendría el crecimiento económico de la eurozona a paso de tortuga», indican.»Los aranceles universales anunciados por EEUU suponen un duro golpe para las empresas y los consumidores de todo el mundo. Europa está preparada para responder. Siempre protegeremos nuestros intereses y valores. Pero también estamos dispuestos a dialogar», ha añadido.
Si finalmente estas contramedidas se aplican podrían ayudar a mitigar el impacto en los sectores más afectados y, de ser así, «se limitaría naturalmente el impacto a corto plazo del shock arancelario, pero la pregunta es cuánto tiempo podrá limitar las consecuencias de la caída de la demanda», añaden los analistas de la entidad que, con este panorama, han rebajado su previsión de crecimiento del PIB de la eurozona al 0,6% interanual para 2025 y al 1% para 2026.
Hay que recordar que, antes de que Trump confirmara los aranceles, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, adelantaba hace unos días que los aranceles estadounidense sobre las importaciones procedentes de Europa reduciría el crecimiento de la zona euro en aproximadamente 0,3 puntos porcentuales durante el primer año. No obstante, una respuesta europea consistente en aumentar los aranceles sobre las importaciones estadounidenses incrementaría aún más esta cifra, hasta aproximadamente medio punto porcentual.Lagarde matizaba que la mayor parte del impacto sobre el crecimiento económico se concentraría alrededor del primer año tras la subida de los aranceles. Posteriormente, «disminuiría con el tiempo, dejando, no obstante, un efecto negativo persistente sobre el nivel de producción».
Además, el BCE, en su último encuentro de marzo, actualizó sus proyecciones macroeconómicas con una revisión a la baja del crecimiento, situándolo en el 0,9% para 2025, el 1,2% para 2026 y el 1,3% para 2027, dado que «la economía enfrenta desafíos continuos». «Las revisiones a la baja para 2025 y 2026 reflejan menores exportaciones y una debilidad persistente en la inversión, en parte originadas por la alta incertidumbre de la política comercial, así como por una incertidumbre política más amplia», explicaba el organismo.
Sobre las previsiones de inflación, en ING reiteran que calcular el impacto es tan complejo como que también dependerá de la reacción de la UE: «Suponiendo alguna represalia por parte de la UE, la inflación en Europa también aumentará. Sin embargo, al mismo tiempo, los aranceles estadounidenses podrían agravar los ya elevados niveles de inventario y la baja utilización de la capacidad, lo que constituye la fórmula perfecta para la desinflación una vez que las empresas intenten liquidar existencias». A largo plazo, aunque parezca contradictorio, ven probable que una guerra comercial declarada tenga un efecto desinflacionario en Europa, pero, a corto plazo, todas las miradas están puestas en las contramedidas de la Comisión para evaluar adecuadamente el impacto en la inflación. «Las primeras contramedidas entrarán en vigor a mediados de abril, pero son relativamente pequeñas, ya que son una represalia contra los aranceles al acero y al aluminio. Dado que la Comisión aún no ha anunciado contramedidas, aún no se ha determinado cuál será el impacto general en los precios de la eurozona», afirman. En cuanto al BCE, todavía parece haber un grupo significativo que apoya una pausa en la próxima reunión, que tendrá lugar este mes de abril.
«Pero la petición de una pausa fue más contundente hace unas semanas, cuando las expectativas de estímulo fiscal mejoraron las perspectivas de crecimiento (e inflación) de la eurozona. Con el impacto negativo en el comercio y la confianza y las escasas perspectivas de negociaciones rápidas, la probabilidad de que el BCE quiera situar el tipo de interés oficial en territorio neutral en dos semanas ha aumentado claramente», dicen.
En el caso concreto de España, los expertos de ING creen que, aunque el crecimiento se está moderando, «se mantiene sólido». Reconocen que la incertidumbre sobre los aranceles estadounidenses «es preocupante», puesto que, en 2023, España exportó bienes a EEUU por valor de 18.000 millones de euros y los aranceles anunciados para la UE «tendrán un claro impacto negativo». Sin embargo, remarcan que «España está relativamente menos expuesta que otros países europeos. Esto se debe a que algunas de sus principales categorías de exportación representan solo el 17% del valor añadido nacional del valor total de las exportaciones. En consecuencia, la exposición española al mercado estadounidense a través de Europa es del 1,1% del PIB, lo que supone un impacto previsto del 0,2% en el PIB a corto plazo», explican.
Una cifra que, no obstante, podría aumentar a largo plazo si el impacto en la inversión y la contratación empieza a ser relevante.
Como resultado del crecimiento aún sostenible a un ritmo moderado, combinado con las perspectivas de crecimiento más negativas debido a los aranceles estadounidenses, mantienen su previsión de crecimiento para España en el 2,5% en 2025, con una desaceleración hasta el 2,1% esperada en 2026.
En lo referente a los precios, vaticinan que la inflación seguirá bajo control. Por ello, «y a pesar de la posible presión deflacionista derivada de los aranceles de importación estadounidenses», elevan ligeramente su previsión de inflación al 2,3% para 2025.