La expectativa de que los ahorradores sigan acudiendo a los productos conservadores les hace mantener un «optimismo prudente» sobre este crecimiento, pese a que este año se va a producir un volumen importante de vencimientos en fondos de deuda. Aprovechando el repunte de rentabilidad de los bonos soberanos, sobre todo españoles e italianos, que provocó la normalización de tipos de interés por parte de los bancos centrales para atajar la inflación, las gestoras lanzaron al mercado numerosos fondos con objetivo de rentabilidad que basaban su estructura, precisamente, en esas emisiones a corto plazo de deuda pública. BBVA Bonos 2024 y CaixaBank Deuda Pública 2024, por ejemplo, fueron dos de los diez fondos más vendidos en Europa el año pasado, siguiendo la estela de otros vehículos de similares características, entre los que también se encuentran los de Santander, Ibercaja o Kutxabank.
Las gestoras creen que esos ahorradores volverán a confiar en los fondos conservadores, aunque la situación de los tipos ya será diferente y los rendimientos esperados para el futuro, por tanto, también, dado el proceso de rebaja del precio del dinero que se espera acometan los bancos centrales a partir del segundo semestre.
En enero ya se ha visto cierto giro, con los más de mil millones de euros de entradas netas que lograron los fondos monetarios, una quinta parte de todo lo captado el año pasado y más del triple de lo que lograron en diciembre, como recordó Orueta, consejero delegado de Kutxabank Gestión y presidente de turno de la agrupación de fondos de pensiones de Inverco, durante el encuentro anual con medios de la asociación.
Y este volumen de captaciones les deja solo por detrás de los fondos de renta fija a corto plazo, que experimentaron entradas netas de dinero por valor de 1.925 millones. De ahí que las estimaciones de aumento patrimonial para este año sean contenidas, por debajo de los casi 38.000 millones que captaron los fondos conservadores el año pasado.
En la industria de inversión volvieron a alertar de la pérdida de 2.700 millones de euros en aportaciones recurrentes que van a sufrir los planes de pensiones individuales en los próximos años, como consecuencia del límite de 1.500 euros impuesto por el gobierno socialista para impulsar los de empleo. Esta caída de aportaciones se unirá a los 7.124 millones que ya han dejado de percibir entre 2021 y 2023 por esta medida. Esa estimación de menores entradas en los planes individuales está calculada por la diferencia que se dejó de percibir en los últimos ejercicios respecto a 2021, año en que el límite era de 2.000 euros.
Almeda, presidente de la agrupación de Instituciones de Inversión Colectiva de Inverco, señaló que el año pasado fue el segundo ejercicio en que se produjeron reembolsos netos en los planes de pensiones, por valor de 1.132 millones de euros, algo más de los 928 millones de 2022. Una situación que preocupa en el sector porque «la necesidad de ahorro sigue existiendo», señaló Almeda, pero desde que se implantaron los límites las aportaciones ya no logran compensar los reembolsos.