«No me gusta hablar de mí mismo, pero preferiría que la gente que ha trabajado conmigo me viera mejor como líder que como jefe», apunta Isla. «Un buen líder lo que nunca puede inspirar es temor o terror. Respeto, sí, por supuesto. Y me encanta cuando alguien de mi equipo me llama, casi con la decisión tomada, para pedir mi opinión, porque le parece que puede añadir valor».
Goirigolzarri indica que no cree «demasiado en los líderes carismáticos, que en un momento puntual o de crisis pueden funcionar, pero, para la sostenibilidad de los proyectos en el largo plazo, confío mucho más en un liderazgo institucional, en el desarrollo de múltiples líderes locales, sobre todo desde el punto de vista de la motivación. Nadie se anima por el discurso, brillante, del CEO cada tres meses, sino por su responsable directo. Y confío en ellos porque en el mundo actual de grandes cambios solo puedes reaccionar si ese liderazgo local funciona y tiene capacidad de toma de decisiones».
Isla subraya la palabra clave en este punto del diálogo entre «dos grandes referentes» de la alta dirección, como los definió la moderadora. «Es elemental esa motivación. Quien está al frente de una organización o de un equipo es muy importante que ponga mucho énfasis en asegurar ese entorno en el que todo el mundo pueda desarrollarse con total libertad y crecer. Es deber del responsable asegurar ese ambiente, que es el que hace grande a la compañía».
Del manual del ejecutivo a la realidad:¿hay cantera de grandes líderes empresariales en España? «La generación de los últimos 20 años es absolutamente extraordinaria», enfatiza el presidente de CaixaBank. «Veo un desarrollo fenomenal. Es reseñable en la evolución de la economía española su capacidad de conquistar mercados exteriores y detrás de esto está una serie de grandes empresarios y de directivos». Algo que comparte Isla. «Considero que también están aportado mucho las escuelas de negocios tan buenas que hay en España, como IE, IESE, Esade…». Los nombre propios que destacan son los de los máximos ejecutivos «de las empresas cotizadas pero en España también destacan muchos de las compañías medianas y los emprendedores con pujanza, con ambición. Tenemos un liderazgo empresarial muy bueno y como país podemos sentirnos muy orgullosos», recalca el ex CEO de Inditex. «Hay mucha cantera de gente con ganas, porque, para ser líder, hay que querer serlo, al margen, claro, de que tengas la capacidad. Y veo en España muchas personas con garra y fuerza para asumir funciones» de responsabilidad.
Sobre los grandes retos de los roles directivos, los dos apuntan a que «el principal problema es el talento, la gente». Para Goirigolzarri, «su gestión es compleja: se requieren nuevas habilidades en todos los sectores y se producen constantes cambios en curva de utilidad de los jóvenes. En empresas como Caixabank te plantea dos cuestiones: una modificación cultural para que esas personas estén cómodas y en las habilidades que necesitas incorporar al 90% de tu plantilla. Y esto exige formación, que, además de una obligación para la sostenibilidad del proyecto, es una obligación moral para los que gestionamos las organizaciones». Para captar a los mejores, «es importante que se sientan orgullosos de trabajar en cierto lugar, que se lo digan a sus amigos y que estos consideren que es un afortunado. Y trabajar este elemento intangible es importante».
En este sentido Isla insiste en «la ilusión» como clave para retener el talento: «Si el proyecto es atractivo, talento hay, en términos generales. Sí, la sociedad evoluciona y los negocios tienen que hacerlo a su ritmo, pero a una empresa se va a trabajar y hay que buscar unos resultados. No podemos perder de vista el objetivo». Isla agregó que es vital poder «operar con libertad, donde no te sientas minusvalorado, en una organización donde el empleado crea que la empresa actúa, vamos a decirlo así, con justicia, que los que ascienden se lo merecen».
Como ejecutivos de primera, subrayan que «solo el ejemplo legitima el liderazgo. Es un principio. No puedes pedir a la gente cosas que tú no estás dispuesto a hacer. La ejemplaridad es una condición necesaria, que tiene, por supuesto, connotaciones éticas. La estrategia se tiene que basar en los valores; no son una limitaciones sino que forman parte consustancial de la definición de la estrategia. No confundamos la ética con el riesgo reputacional», remarca Goirigolzarri.