Nos queda por contemplar la última fase de esta nueva edición, pero hasta ahora los pasos que la joven progresía profesional ha dado son un calco, salvando las naturales distancias de lo que .los libros de Historia han recogido y analizadlos hasta la saciedad.
Queda por ver la escenificación concreta que el siglo XXI le presta a este clásico de nuestra España decimonónica, aunque no les guste que se utilice esta acepción de lo que ellos consideran simplemente país. De momento, la pelea es puramente dialéctica y se centra en el “y tu mas” tradicional con el que ahora se alude con primarias, si o no que ha protagonizado el fin de semana.
Todo ello se resume en cómo llegamos a las elecciones generales que. Ahí es donde radica el problema de verdad. Y por lo que sabemos, todavía las espadas están en alto. Tan es así que los periódicos y las tertulias políticas están llenas de rumores y apuestas sobre quien definirá las listas de unos y otros y si alguno de ellos se casa porque del matrimonio o la ruptura depende la gobernanza, no ya en muchas capitales y pueblos de España, sino en quien llega a La Moncloa y en qué condiciones.
Pero esta última escena nos llegara por fases y con entregas, incluso interesadas y es que al faltar tanto tiempo para las convocatorias electorales los equipos de unos y otros jugaran con las expectativas para, primero negociar según las encuestas la lista concreta de cada una de las circunscripciones y sin dejar de lado su orden o escalafón de los que luego ocuparan los escaños y asientos .
Todo se ha de tener en cuenta, porque luego será en función de ello como se pueda gobernar. Es decir estamos ante el espectáculo de la política y ese es un mal que ya no tendrá solución, porque tarde o temprano lo que mande será el espectáculo y no los intereses de los ciudadanos.