Una vez más Márkaris toma el pulso a la opinión pública, a los sentimientos de la ciudadanía, sus dificultades económicas y sociales para vivir en un ambiente enrarecido y plantea una situación límite, primero la de unos ancianos que se quitan la vida -suicidas- e incitan a la rebelión como protesta por la falta de alimentos y la situación económica y por otro lado, los que intentan mostrar que las vacunas son una sarta de mentiras que solo tienen como objeto manipularnos a todos y favorecer y enriquecer a algunos, éste movimiento también lleva a la barbarie como el anterior.
¿Pero qué hacer? No se sabe por dónde empezar, todo son datos sin sentido. No hay forma de descubrir quien está dirigiendo todas estas acciones, quien las articula. Sí es verdad que se descubren pequeños detalles como fruto de un trabajo minucioso, pero no se encuentra el hilo que al tirar lleve a la solución.
La acción policial se ve gratificada todas las noches cuando se reúne toda la familia, el matrimonio, su hija, su marido y el nieto que es el rey de la situación. Es uno de esos detalles familiares tan sencillos pero ejemplares y que nunca faltan en las novelas de Markaris.
A través de su amigo comunista Zisis y sus pequeñas sugerencias y datos va avanzando la investigación, aunque no sin sobresaltos y sin errores, pero se llega a un final feliz, no sin que el lector lo haya pasado muy bien siguiendo un relato ameno y relajante y bien construido.
La conjura de los suicidas
Petros Márkaris
Tusquets, (2023)
332 págs