Hijo, nieto y bisnieto de obreras de la industria conservera, lidera una firma de conservas 100 % artesanas, que se cocinan a mano siguiendo recetas centenarias de su familia, sin ningún aditivo industrial, y cuya trazabilidad garantizan vía blockchain Sus mejillones, procedentes de su propia batea, son la estrella, aunque comparten alma gourmet con peces y mariscos de la Ría de Arousa, capturados en su mejor momento y siempre con un respeto absoluto por el medio y la fauna R
El día arranca temprano para Rodrigo -Roi-Lojo (Isla de Arousa, 1985). Es raro que se levante después de las 5 de la mañana. Esta suerte de hombre del Renacimiento rural gallego, propietario del restaurante Punta Cabalo (ubicado en el faro de su localidad natal) acaba de abrir otro establecimiento (La Salada, Villagarcía de Arosa) y, además, supervisa muy de cerca la buena marcha de sus bateas familiares. Estas son muy importantes para él y, por supuesto, para Roi&Co, la marca de conservas prémium que lidera, junto a otros socios y amigos, y que se ha convertido en una auténtica revolución por lo pionero de su propuesta: conservas cocinadas a mano (por su madre y su mujer, de hecho), de una manera totalmente artesana, sin aditivos o procesos artesanas, para conseguir que brille la mejor materia prima. Esto es: mariscos y peces de la Ría de Arousa, capturados en su mejor momento, con el número exacto de unidades por lata y una presentación propia de la alta joyería. Sin duda, las mejores conservas del mundo.
El Roi de hoy era un niño que se crio en una isla, de Arousa, que no contó con puente hasta el año de su nacimiento. Hasta entonces, la barca era el medio de transporte obligado para salir a tierra. En sus primeros años, jugando en las calles, aún le extrañaba ver coches o forasteros. Su familia consiguió la concesión del faro de la localidad e inauguraron Punta Cabalo, un referente de la mejor cocina marinera, con un producto impecable, que trataba de dignificar la oferta gastronómica del entorno, que por entonces era percibida, como él mismo explica, como «Un pueblo al que venir a comer barato y muy bien por dos pesetas».
El padre de Roi era un director de banca que llegó a ser director de administración y de redacción de La Voz de Galicia. Su madre, una excelente cocinera. Y una de aquellas mujeres bravas que echaba, desde los 13 años, jornales en las conserveras de la zona. Como antes, la abuela de Roi. Y la bisabuela. Roi creció muy vinculado a esas raíces marineras y hosteleras. Sirviendo mesas, aprendiendo a cocinar. En su entorno, el mar, encontró la inspiración para su primera gran aventura de emprendimiento.
Fue Agua Mareira, una empresa que ofrecía agua pura de la ría de Arousa recogida y sometida a un proceso de microfiltrado y tratamientos a base de ozono y luz ultravioleta con un asombroso potencial para la mejora de los alimentos de origen marino. Pronto llamó la atención de la industria conservera, por su capacidad para sublimar los sabores. Roi conectó, aún más fuerte, con sus orígenes maternos. Y se hizo un experto en conservas. Como tenía que probar lotes y lotes, fue coleccionando y guardando los que más llamaban su atención. Se convirtió en un coleccionista de conservas. Pero también iba entrando en una vorágine de producciones industriales que le había desencantado.
En agosto de 2020, Roi celebró una comida en Punta Cabalo para un grupo de amigos. Como resopón tras una sobremesa amplísima, sacó algunas conservas de mejillones, muy pasadas de fecha, para compartir al centro. Todos se quedaron muy sorprendidos. Especialmente, su amigo Enrique León, abogado. Juntos acordaron aprovechar el conocimiento de su familia en cocina para hacer una tirada propia de conservas, algo muy reducido, para consumo propio. Pero Roi sintió que no debía limitarse a eso. Y a la siguiente ocasión, le presentó un plan de negocio para crear una microconservera diferente, un giro de 180 grados respecto a la industria para la que trabajaba. Un espacio para dignificar el oficio del conservero y crear, con el género increíble de su mar natal, las mejores conservas del mundo. Sin tonterías marketinianas, 100 % honestidad. Ambos se embarcaron a una aventura que, enseguida, contó con nuevos socios: el exfutbolista Aitor Ocio, activo empresario; el creativo Aitor Molina, un crack del sector publicitario, y David Lecanda, del Grupo Pimiento Verde y Gran Asador Lecanda, todo un referente gastronómico de Madrid.
En agosto de 2023 nacía oficialmente Roi&Co. Con el objetivo de marcar un antes y un después. Elaboran las conservas en un obrador regentado por su mujer, Raquel, y su madre, Sali. Tienen un pequeño autoclave y una enlatadora manual. Los mejillones, excelsos, proceden de sus propias bateas, que custodian con un mimo increíble, y los cocinan pocas horas después de su recolección. En la lonja adquieren, a mediodía, el resto de sus productos: sardinillas, louras, almejas… lo que se captura de madrugada en la zona. Esta rapidez al producir, y la calidad de la materia prima, marcan absolutamente la diferencia. «Nosotros podemos encender la cocina para guisar diez kilos de producto, pero una empresa conservera al uso, grande, necesita al menos 1.000 kilos. Y eso, claro, determina el resultado».
Las recetas que emplean en la elaboración son las de la familia de Roi. Algunas son centenarias. No hay más conservantes que el vinagre o la sal. En la lata se marca exactamente, el número de unidades que se incluyen, con el calibre correspondiente. Actualmente La firma ofrece dos líneas de productos: la gama Silver, con conservas selectas como almejas, navajas, luras, mejillones, pulpo y sardinillas; y la línea Hors Categorie, que destaca por mariscos de mayor calibre y una presentación de lujo, aunque las recetas son similares en ambas. Por supuesto, son una marca del siglo XXI y hay concesiones modernas. Son la única conservera del mundo en emplear tecnología blockchain para asegurar la trazabilidad y poder conocer, con matemática exactitud, las coordenadas de captura de los ejemplares y su fecha de elaboración.
Roi y sus socios aspiran a convertir Roi&Co en un referente de la alta conservería. Ya están en las mejores tiendas gourmet. Pero nunca tendrán una producción masiva. Su límite, está claro, está en la propia naturaleza, y en la conservación de este privilegiado rincón de las Rías Baixas. Sus proveedores emplean métodos respetuosos con el medio ambiente, como el bou de vara, la pesca de cerco o una recolección manual. No hay que olvidar que, ante todo, esta empresa nació para poner en valor el oficio de esas obreras, mariscadores y pescadores que levantaron su tierra con un esfuerzo cubierto de salitre y, demasiadas veces, sin el justo reconocimiento. Roi&Co ofrece las mejores conservas haciendo también mejor la vida de todos a los que implica.