En ese ambiente, los expertos lo tienen muy claro y su análisis de la situación concreta que atraviesa la contratación es clara y determinante, Como la naturaleza de la actividad económica ha seguido siendo la misma, con sus característico comportamiento y patrón estacional y temporal, cientos de miles de trabajadores que eran contratados bajo figuras de contratos temporales fueron desplazados hacia contratos de naturaleza indefinida, aunque la actividad que desarrollasen fuese claramente temporal. Como consecuencia, se empezaron a observar comportamientos ‘extraños’ en la contratación indefinida.
Muy en concreto, el fuerte descenso en la duración media de los contratos indefinidos firmados a partir de la reforma laboral y un aumento espectacular de la mortalidad de los mismos.
Se pueden buscar muchos ejemplos de esta alta mortalidad de la contratación indefinida en los últimos años. Uno de ellos lo monitorizamos todos los meses: el alto número de personas que, dentro de un mismo mes natural, firman más de un contrato indefinido. Antes de la reforma laboral dicho comportamiento era anecdótico, mientras que desde entonces son más de 1 millón de personas las que han pasado por esa experiencia. Otro ejemplo de la alta mortalidad de estos contratos indefinidos utilizados para cubrir necesidades temporales es el artificial crecimiento de los despidos por ‘no superación de períodos de prueba’. Durante los ocho primeros meses de 2024 un total de 478.362 contratos indefinidos se han finalizado por este motivo, 11 veces más que en 2021, el año previo a la entrada en vigor de la reforma.
Por mucho que desde Trabajo nos traten de convencer de lo contrario los datos son fríos y no permiten especulaciones, así que la ministra debería corregir sus errores y no cerrarse en banda para perjudicar a los trabajadores.