Como todo el mundo sabe, los discursos del rey de España suelen ser redactados por un equipo de asesores y expertos en comunicación pertenecientes a la Casa Real. Este equipo colabora estrechamente con el propio monarca para garantizar que el mensaje refleje tanto su visión personal como los valores e intereses institucionales de la Corona. El objetivo principal es transmitir mensajes que promuevan la unidad, la estabilidad y la convivencia en la sociedad española, así como adaptar el discurso a los acontecimientos y preocupaciones actuales del país.
A partir de ahí, quien decide que se dice no es esta equipo sino los censores de Moncloa que son los responsables finales del contenido de todos los mensajes que Felipe VI pronuncia ante las cámaras de televisión o ante los empresarios, siempre el lápiz censor monclovita está presente en ellos.
En ese contexto, ¿alguien entendería que esos personajillos dejasen que el rey hablase y en profundidad de la corrupción de la familia Sánchez y de los amigos de este que están en prisión?
No parece que eso fuese una opción
Por lo tanto parece normal que el discurso del rey no haya sido bien recibido por los socios de Sánchez principalmente porque consideran que sus mensajes no reflejan sus preocupaciones políticas ni sociales. Además, suelen percibir que el monarca mantiene una postura institucional que, en ocasiones, se interpreta como distante respecto a las demandas de los partidos que apoyan al Gobierno. En algunos casos, los socios de Sánchez han expresado que esperaban un tono más conciliador y una mayor sensibilidad hacia los retos actuales que enfrenta la sociedad española
Sin embargo y pese a esas criticas, a lo largo de los 12 discursos ofrecidos por el rey en los últimos años, se observa una evolución tanto en el tono como en el contenido de sus mensajes. El monarca ha sabido adaptarse a los desafíos actuales, transmitiendo cercanía y compromiso con los valores democráticos y la unidad nacional. Cada intervención ha reflejado una sensibilidad especial hacia los temas sociales, económicos y culturales que preocupan a la ciudadanía, demostrando una capacidad de escucha y de respuesta ante las circunstancias cambiantes del país.
Destaca especialmente la habilidad del rey para abordar situaciones delicadas con ecuanimidad, apostando por el diálogo y la concordia. En el conjunto de los discursos, se aprecia un equilibrio entre la tradición de la institución y la necesidad de renovación, lo que contribuye a fortalecer la confianza de la sociedad en la Corona.
En definitiva y por mucho que digan unos y otros, esos doce discursos constituyen un testimonio del papel moderador e integrador que la monarquía desempeña en España.
