Así se recoge en el informe ‘Contando el coste de 2024: un año de crisis climática’, elaborado por Christian Aid, una organización internacional que trabaja para erradicar la pobreza en el mundo. El trabajo, difundido este lunes, identifica los 10 episodios climáticos más costosos en este año y señala que todos ellos suman un impacto conjunto de más de 4.000 millones de dólares. La mayoría de estas estimaciones se basan solo en pérdidas aseguradas, lo que significa que los costes financieros reales probablemente sean incluso mayores, mientras que los costes humanos a menudo no se contabilizan.
El informe también destaca 10 eventos climáticos extremos que no acumularon pérdidas aseguradas lo suficientemente grandes como para estar en el ‘top ten’, pero fueron igual de devastadores y, a menudo, afectaron a millones de personas. Entre ellos se encuentran varios fenómenos en países más pobres donde muchas personas no tienen seguro y los datos escasean.
En cuanto a los episodios naturales con mayor coste este año, la dana de Valencia se cuela en el décimo puesto con 226 víctimas mortales y unas pérdidas estimadas en unos 4.220 millones de dólares por inundaciones devastadoras. Estados Unidos fue golpeado por tantas tormentas costosas durante todo el año que incluso cuando desaparecieron los huracanes, otras tormentas convectivas costaron más de 60.000 millones de dólares en daños y mataron a 88 personas. Se trata del desastre más costoso del año en todo el mundo, aunque agrupado en varios episodios.
El huracán Milton de octubre, que afectó también a Estados Unidos, encabezó la lista como el mayor episodio único más destructivo (60.000 millones de dólares en daños y 25 personas muertas).
El siguiente en el ranking fue el huracán Helene, que azotó Estados Unidos, Cuba y México en septiembre y provocó 55.000 millones de dólares en pérdidas y 232 personas fallecidas.Ninguna parte del mundo se libró de desastres climáticos destructivos en 2024. En Asia, las inundaciones de junio y julio en China costaron 15.600 millones de dólares y mataron a 315 personas, y el tifón Yagi, que azotó 2 pasado 2 de septiembre el suroeste del continente (Filipinas, Laos, Myanmar, Vietnam y Tailandia), acabó con la vida de más de 800 personas y causó 12.600 millones de dólares en pérdidas por corrimientos de tierra, inundaciones repentinas y daños en cientos de miles de viviendas y tierras agrícolas.
Europa fue el escenario de 3 de los 10 desastres más costosos: la tormenta Boris en el centro del continente y las inundaciones en España y Alemania, que costaron un total de 13.870 millones de dólares y mataron a 258 personas, 226 de ellas en la dana de Valencia y otras provincias. En Brasil, anfitrión de la Cumbre del Clima de 2025 (COP30), las inundaciones en el estado de Rio Grande do Sul mataron a 183 personas y provocaron daños por valor de 5.000 millones de dólares.
Reino Unido no figura en la lista de este año, pero la Agencia de Medio Ambiente advirtió este mes de que una cuarta parte de las propiedades de Inglaterra (ocho millones) podrían estar en riesgo de inundación en 2050 debido al cambio climático. Si bien los 10 primeros del ranking se centran en los costes financieros, que suelen ser más altos en los países más ricos porque tienen mayores valores de propiedad y pueden permitirse un seguro, algunos de los fenómenos meteorológicos extremos más devastadores de 2024 afectaron a las naciones más pobres, que han contribuido poco a causar la crisis climática y tienen menos recursos para responder. Entre ellos se encuentra el ciclón Chido, que devastó las islas de Mayotte (archipiélago francés ubicado entre Madagascar y la costa de Mozambique) en diciembre y pudo haber matado a más de 1.000 personas.
Una terrible sequía en Colombia hizo que el río Amazonas cayera un 90%, amenazando los medios de vida de los pueblos indígenas que dependen de él para la alimentación y el transporte. Además, las olas de calor afectaron a 33 millones de personas en Bangladesh, al tiempo que empeoraron la crisis humanitaria en Gaza.
África occidental se vio afectada por terribles inundaciones que afectaron a más de 6,6 millones de personas en Nigeria, Chad y Níger. En el sur del continente, la peor sequía que se recuerda afectó a más de 14 millones de personas en Zambia, Malaui, Namibia y Zimbabue.
Christian Aid indica que estos fenómenos extremos ponen de relieve la necesidad de adoptar medidas más urgentes para reducir las emisiones de carbono y acelerar la transición a las energías renovables, y subraya la importancia de proporcionar financiación a las personas vulnerables. “El sufrimiento humano causado por la crisis climática refleja decisiones políticas. No hay nada natural en la creciente gravedad y frecuencia de sequías, inundaciones y tormentas. Los desastres se están sobrealimentando por las decisiones de seguir quemando combustibles fósiles y permitir que las emisiones aumenten. Y se están agravando por el incumplimiento constante de los compromisos financieros con los países más pobres y más vulnerables al clima”, según Watt, director ejecutivo de Christian Aid.
Watt añadió: “La transición a una economía global impulsada por energías renovables es inevitable, pero la pregunta es si avanzará lo suficientemente rápido como para proteger a las personas más pobres. En este momento, la respuesta a eso es no. Los países ricos deben proporcionar la financiación necesaria para ayudar a las comunidades más pobres a adaptarse a los impactos climáticos que han hecho poco por causar”.