Sin embargo, últimamente las perspectivas globales han mejorado ligeramente: la reducción de los aranceles estadounidenses ha contribuido a disminuir algo la incertidumbre y a estabilizar las perspectivas de crecimiento.
Para EE. UU., las perspectivas económicas siguen siendo moderadamente positivas en general, a pesar de los importantes retos: Por el momento no se vislumbra una recesión, aunque los conflictos comerciales y la caída de los ingresos reales frenan el dinamismo económico y reducen la confianza de los consumidores. A primera vista, el mercado laboral parece estable y la tasa de desempleo es baja.
Sin embargo, presenta debilidades estructurales: El crecimiento de nuevos puestos de trabajo se encuentra en un nivel históricamente bajo, lo que indica una disminución de la demanda de mano de obra. Al mismo tiempo, sin embargo, también está disminuyendo la oferta de mano de obra. El endurecimiento de la política de inmigración, incluidas las deportaciones masivas, podría dificultar el acceso a la mano de obra en sectores clave. Esto no solo aumentaría los costes para las empresas, sino que también afectaría a la productividad. Sin embargo, el hecho de que la disminución de la demanda de mano de obra vaya acompañada de una disminución de la oferta de trabajo podría contribuir a que el mercado laboral alcance por sí solo un nuevo equilibrio a medio plazo.
El actual auge de la inversión en inteligencia artificial tendrá un efecto positivo a largo plazo en la economía estadounidense, ya que EE. UU. ocupa una posición de liderazgo en este campo de futuro. Por lo tanto, esperamos que el crecimiento de la productividad en EE. UU. siga siendo significativamente mayor que en otros países.
En este contexto, la inflación debería seguir acelerándose, impulsada por el aumento de los aranceles comerciales y la contracción de la oferta de mano de obra como consecuencia de una política migratoria más restrictiva. Aunque la Reserva Federal de EE. UU. dio los primeros pasos en septiembre para estabilizar la economía y el mercado laboral, el margen para una mayor flexibilización de la política monetaria sigue siendo limitado, dada la presión inflacionista, a menos que se produzca una recesión económica significativa. A esto se suma un riesgo potencial para la independencia a largo plazo de la Reserva Federal. La presión política por parte del Gobierno estadounidense pone de manifiesto la tensión actual entre la independencia de la política monetaria y la influencia política.
Otra carga es la deuda pública en constante crecimiento, que ha aumentado continuamente desde la crisis financiera mundial y ha incrementado enormemente la carga de los intereses. Aunque medidas como la «One Big Beautiful Bill Act» proporcionan un impulso económico, el déficit presupuestario seguirá aumentando. Las estrategias del Gobierno estadounidense para aumentar los ingresos del Estado, entre ellas el aumento de los ingresos por aranceles, los programas de reducción de costes como el programa DOGE y la exigencia de tipos de interés más bajos, podrían aliviar un poco la situación. Sin embargo, es cuestionable que constituyan una solución sostenible. Gracias al estatus del dólar estadounidense como moneda de reserva mundial y a la confianza de los inversores, que sigue existiendo, aunque algo debilitada debido a la situación política, no se espera una crisis aguda de la deuda pública a corto o medio plazo.
¿Qué significa esto para los inversores?
La gran cantidad de incertidumbres en materia de política comercial y geopolítica probablemente seguirá provocando una mayor volatilidad en los mercados de capitales. No obstante, la estratega se mantiene optimista en general con respecto a las acciones, aunque, tras el fuerte repunte de los últimos meses, resulte difícil esperar nuevas ganancias significativas.
Se prevé que la inteligencia artificial siga siendo el tema dominante en materia de inversiones en los próximos trimestres: Las acciones estadounidenses y chinas se benefician especialmente de esta tendencia, ya que la expansión masiva en el ámbito de la IA está cambiando las estructuras económicas en todos los sectores y, por lo tanto, generando ganancias de productividad», afirma Sauer. Sin embargo, a pesar del optimismo y la fuerte afluencia de capital, es importante tener en cuenta los riesgos: La monetización de estas inversiones será decisiva para el éxito futuro de la IA. Para los inversores en euros, también se plantea la cuestión de si una posible nueva devaluación del dólar estadounidense podría reducir o incluso neutralizar por completo las ganancias potenciales de las acciones estadounidenses.
Aunque Europa está claramente por detrás de Estados Unidos y China en el desarrollo de la IA, muestra una dinámica positiva: La inflación está controlada, los informes empresariales son sólidos y las acciones europeas tienen una valoración mucho más favorable que las estadounidenses. No obstante, existen retos, como los aranceles, la fortaleza del euro (para las empresas exportadoras) y la creciente presión competitiva de Asia. Por lo tanto, la experta considera conveniente centrarse en la calidad.