El sector de servicios financieros está entrando en una fase de madurez con respecto a la adopción de la inteligencia artificial.
En este contexto, se pùede hablar de tres tendencias clave que marcarán el rumbo de esta evolución en 2026:
• Los servicios financieros exigirán que la IA demuestre su valor a medida que la fase de experimentación termine
• Los días del gasto en «IA por la IA» han terminado. En 2026, las instituciones financieras pasarán de los proyectos de prueba de concepto a exigir un impacto empresarial medible de cada dólar invertido en IA.
• Bancos y gestores de activos ya no aceptarán chatbots experimentales o herramientas de IA aisladas; exigirán pruebas claras de que la IA está impulsando resultados específicos: tasas de retención de clientes, porcentajes de crecimiento de ingresos, mejoras en la escala operativa y métricas mejoradas de adopción digital.
Este cambio obligará a las organizaciones a abandonar los experimentos de IA en silos en favor de soluciones integradas en las arquitecturas de datos centrales, y los consejos de administración exigirán marcos de medición exhaustivos que traten las inversiones en IA con el mismo rigor que cualquier otro despliegue tecnológico estratégico.
A diferencia de otras industrias que persiguen la IA para obtener ganancias de eficiencia, los servicios financieros redoblarán su apuesta por el potencial de la IA para generar ingresos. En 2026, esta mentalidad de «primero el beneficio» dará origen a aplicaciones de IA altamente especializadas y adaptadas a sectores financieros específicos. Los bancos implementarán IA para optimizar los márgenes de préstamo y reducir las pérdidas crediticias, los gestores de activos la utilizarán para generar rendimientos superiores a los esperados en datos alternativos, y las empresas fintech aprovecharán la IA para la fijación de precios de riesgo en tiempo real. La pregunta no será «¿Podemos usar la IA?», sino más bien «¿Cuánto dinero puede generar esta aplicación de IA?».
La gestión de riesgos de la IA se centrará en proteger la resiliencia operativa
A medida que los agentes de IA y los grandes modelos de lenguaje se integren en operaciones financieras críticas, la conversación sobre el riesgo se ampliará drásticamente más allá del sesgo y las alucinaciones. En 2026, las instituciones financieras se enfrentarán a riesgos de IA que amenazan directamente la resiliencia operativa, desde desafíos de residencia de datos hasta fallos sistémicos que podrían desencadenar sanciones regulatorias. Los reguladores europeos ya están señalando una supervisión más estricta, y los consejos de administración exigirán marcos de riesgo exhaustivos que traten el despliegue de la IA con la misma seriedad que cualquier otro sistema de misión crítica. Las empresas sin bases de datos sólidas se encontrarán incapaces de implementar la IA a escala.
