En los últimos meses, el descenso de la inflación energética ha contribuido en un 85% a la caída de la inflación general desde su máximo del 10,6% interanual en octubre de 2022 hasta el 5,3% interanual en agosto. Por lo tanto, tal y como reconoce Morgan Stanley, el hecho de que los precios del petróleo vuelvan a subir suscita preocupación tanto sobre el impacto que esto podría tener en la tesis predominante del mercado de una rápida desinflación en los próximos meses, como por el impacto que tendría en las perspectivas macroeconómicas.
Una subida significativa de los precios del petróleo llevaría a una senda de inflación general más alta de lo previsto actualmente, con un impacto en la inflación subyacente que podría tardar varios trimestres en materializarse. Sin embargo, Morgan Stanley reconoce que los fuertes efectos de base de la subida de los precios de la energía el año pasado proporcionan un «gran colchón».
Un contexto de menor crecimiento y mayor inflación podría reducir el apetito del BCE por los recortes de tipos «Es relativamente improbable que la subida de los precios del petróleo contrarreste totalmente la caída prevista de la inflación energética en los próximos 2-3 meses», afirma el banco. Según sus previsiones actuales, la inflación energética se situará en octubre en el -10,6% interanual desde el -3,3% interanual de agosto. «Siempre que los precios del gas no se disparen como el invierno pasado, se necesitaría un aumento de los precios del Brent en octubre a 110 dólares para que la inflación energética no siga bajando en este horizonte. Esto parece lejos de donde nos encontramos ahora», afirma la entidad estadounidense.
Por su parte, a los consumidores les importa más el aumento mensual de los precios que la inflación anual, reconoce Morgan Stanley.
«En nuestro escenario base, la política monetaria restrictiva y la debilidad de la demanda exterior pesarán sobre la inversión y las exportaciones. Sin embargo, creemos que el consumo se recuperará gracias a la aceleración de la renta real», explican estos analistas. Eso sí, advierten de que un aumento «brusco y persistente» de los precios del petróleo «modificaría notablemente este punto de vista y probablemente tendríamos que rebajar nuestra previsión (de crecimiento económico) para 2024″, que ya es de un débil 0,7% interanual, en unos 30 puntos básicos si los precios del Brent se sitúan 30 dólares por encima de lo que piensan actualmente.»La inflación aumentaría unos 20 puntos básicos en 2023 y 85 puntos básicos en 2024, con un incremento de la inflación subyacente de unos 30 puntos básicos en 2024»,
En última instancia, un escenario de incremento de precios del crudo también tendría consecuencias para las políticas económicas, conduciendo, en el peor de los casos, a algún tipo de repetición de lo visto en los dos últimos años. «Los gobiernos europeos se han mostrado muy activos a la hora de subvencionar los precios de los combustible para los hogares. Francia, por ejemplo, gastó unos 8.000 millones de euros (0,3 puntos del PIB) en ello en 2022. Con los precios precios al por menor de los combustibles acercándose a los máximos anteriores, la presión para actuar puede empezar a aumentar a pesar del limitado espacio fiscal», afirma Morgan Stanley.
Por último, para el BCE, un contexto de menor crecimiento y una mayor inflación, con posibles presiones adicionales sobre la inflación subyacente en un plazo de 6 a 12 meses, podría reducir el apetito por los recortes de tipos, pero no necesariamente elevar los tipos finales, explican desde el banco. «Actualmente esperamos un primer recorte en junio del próximo año. Un aumento sostenido de precios de la energía probablemente retrasaría aún más esta fecha», concluye.