El porcentaje de España y Francia, que ha sido mayor que la media europea durante la última década, dista mucho también del de países como Eslovenia (4%), Bulgaria (13%), Eslovaquia (19%), Italia (19%), Grecia (27%) o Alemania (33%).
Funcas ha analizado estos datos con motivo del Día Mundial del Refugiado, que se celebra mañana viernes, una ocasión para recordar que, más allá de los conflictos armados, las solicitudes de asilo responden también a contextos de inseguridad generalizada, violencia estructural o inestabilidad política, en los que las motivaciones humanitarias, familiares y económicas suelen entrelazarse.
Funcas llama la atención sobre la doble vulnerabilidad que enfrentan las mujeres que huyen de sus países en busca de protección internacional: además de sufrir las consecuencias de los conflictos —violencia, persecución, pérdida de medios de vida—, están expuestas a riesgos durante el trayecto migratorio, como la violencia sexual, la trata o la explotación. Aunque hombres y mujeres comparten muchas de las razones que los llevan a solicitar asilo, los costes físicos, emocionales y sociales del proceso suelen ser distintos. También influyen factores como la aversión al riesgo o las normas sociales.
Los países con mayor proporción de mujeres suelen recibir más peticiones de personas latinoamericanas, mientras que aquellos con flujos procedentes de Asia, África u Oriente Próximo presentan una composición más masculinizada. En España, la elevada presencia de mujeres solicitantes de asilo se vincula al importante peso relativo de los solicitantes latinoamericanos, entre quienes la participación femenina es alta: 54% entre los venezolanos, 48% en los colombianos y 51% en los peruanos.
En Francia, por su parte, la elevada presencia femenina no se debe únicamente al origen nacional de quienes solicitan asilo, sino también a que, para una misma nacionalidad, el país acoge un porcentaje de mujeres mayor que otros Estados europeos. En 2024, el 57% de los solicitantes de asilo ucranianos en Francia fueron mujeres, mientras que ese porcentaje fue notablemente menor en Alemania (35%), Grecia (40%), Italia (41%) y España (44%).
Esta diferencia también se reproduce para otras nacionalidades: Francia presenta mayores porcentajes de mujeres entre los solicitantes de países africanos como Guinea o Costa de Marfil. Es decir, más allá del país de origen, existen factores específicos del contexto francés —como la existencia de redes migratorias previas, trayectos migratorios más seguros o la mayor frecuencia de viajes por vía aérea— que favorecen una mayor recepción de solicitudes de asilo de mujeres.
Italia, con tan solo un 19% de mujeres entre sus solicitantes de asilo, representa el caso opuesto: recibe un alto número de solicitudes de nacionales de Asia y el norte de África, entre quienes la proporción de mujeres es muy baja —como Bangladesh (1%), Pakistán (2%) o Egipto (2%)—, y además esa proporción es inferior a la observada en otros países europeos. Un patrón similar se da en Grecia (27% de mujeres), con principales orígenes como Siria (26% de mujeres), Afganistán (42%) y Egipto (1%). Estas cifras sugieren que las rutas hacia Italia y Grecia siguen estando muy masculinizadas. Alemania, aunque con mayor volumen total, presenta un perfil similar: entre los solicitantes de Siria (28%), Afganistán (30%) o Turquía (33%), la participación femenina también es baja.
En todos los países analizados, las mujeres tienden a concentrarse en edades más diversas que los hombres, mientras que estos últimos presentan un claro predominio del grupo entre 18 y 34 años. Este patrón es especialmente acusado en países como Italia o Grecia, donde más del 60% de los solicitantes varones se sitúan en ese rango de edad (69% y 59%, respectivamente). De hecho, en estos dos países el 56% y el 44% del total de solicitantes de asilo se corresponde con varones de 18 a 34 años, mientras que en España esta cifra se reduce al 33% y en Francia al 28%.