Y lo ha hecho en un contexto en el que el oro también avanza sin detenerse, cotizando por encima de 4.200 dólares por onza.
A lo largo de 2025, su cotización ha avanzado más del 80%, superando incluso algunos tramos del rally del oro, que avanza un 64% en el mismo periodo.
En Londres, centro neurálgico del comercio de metales preciosos, las condiciones han alcanzado niveles críticos. Las tasas de interés para préstamos de plata han superado el umbral del 100%, un signo de presión estructural que no se explica únicamente por movimientos especulativos. Los contratos a futuro han pasado a cotizar por debajo del precio al contado, generando una situación poco habitual que indica un déficit real de oferta disponible.
En Reino Unido se han llegado a producir casos de traslado aéreo urgente con el fin de cubrir compromisos físicos en un mercado donde el volumen disponible de barras se ha reducido un 33% desde 2021. Ese entorno de escasez tangible ha hecho que algunos analistas consideren el mercado londinense «disfuncional» por falta de metal disponible.
En este escenario, Bank of America ha actualizado su previsión para la plata a 65 dólares por onza en 2026, anticipando que el déficit físico persistirá incluso si la demanda de metal físico desciende.
En este caso, la relación entre la plata y el oro vuelve a ser protagonista. Actualmente se necesitan alrededor de 81 onzas de plata para comprar una de oro, cuando la media de las últimas dos décadas ha rondado las 70. Esa desviación alimenta la idea de que la plata sigue infravalorada y aún tiene recorrido.