A raíz de la crisis de 2008, el número de niños y adolescentes afectados por la pobreza creció en España con mayor intensidad que el de los adultos. En 2013 el porcentaje marcó un pico. Entonces, el 30,6% de la población no adulta estaba en situación de pobreza. En 2019, último año del que el estudio tiene datos, era del 27,5%.
El estudio detalla que la pobreza infantil tiene principalmente dos efectos. De un lado, provoca que se obtengan menores ingresos cuando se es adulto, por otro, aumentan los riesgos de sufrir enfermedades. Así, el cálculo de los 63.000 millones que como mínimo cuesta a España cada año viene de dos vertientes diferentes. El estudio tiene en cuenta la pérdida de productividad para el país por los menores ingresos que tienen estas personas y los costes sociales sanitarios que generan la mayor incidencia de problemas de salud.
Una persona que haya sufrido la pobreza en su infancia o en su adolescencia gana de media 5.130 euros menos en su salario bruto anual. Tiene un 36% más de probabilidades de sufrir sobrepeso y es un 12% más propensa a sufrir depresión que alguien que nunca la haya padecido. La pérdida salarial se explica por el nivel de estudios alcanzado, así como por diversos factores que afectan a la situación laboral. En el estudio se analiza si la pérdida de ingresos se debe al hecho de no trabajar o de cobrar salarios más bajos.
Los resultados muestran que estar en situación de pobreza en la adolescencia se relaciona en mayor medida con la pobreza laboral que con no tener empleo. Concretamente, aquellas personas que sufrieron pobreza en la adolescencia tienen un 12% menos de probabilidad de trabajar con contratos indefinidos y un 14% más de hacerlo con contratos temporales. Para las mujeres, sin embargo, el hecho de no trabajar es un factor especialmente relevante para explicar la disminución de los ingresos agregados. En todas sus definiciones, la pobreza infantil tiene un claro impacto sobre la calidad del empleo y estos efectos se diferencian en función del sexo: crecer en medio de la pobreza está asociado a menores niveles de empleo para las mujeres y a salarios más bajos para los hombres.
A modo de clausura del acto de presentación del estudio, el presidente del Gobierno, Sánchez, calificó de terrible injusticia que el destino de un ser humano esté marcado de antemano por el entorno en el que nace. El presidente subrayó que, gracias a las medidas puestas en marcha por el Gobierno, “se ha frenado el incremento de la pobreza infantil en 11 puntos” y “se ha evitado que casi un millón de niños, niñas y adolescentes hayan caído en la pobreza”. Sánchez incidió en que hay que ir mucho más lejos para romper el círculo de la pobreza infantil. “El ámbito fundamental es la educación. Este año alcanzamos una dotación histórica en política de becas. Un total de 2.500 millones de euros para que ningún joven que lo necesite se quede sin esta dotación. Un millón de jóvenes se beneficiarán de ellas”, afirmó.
“Ninguna sociedad sana debe cerrar los ojos a esta realidad que es la pobreza infantil. Ninguna sociedad debería acostumbrarse a la privación en la infancia y que esta sea una suerte de condena a tener menos oportunidades y peor salud en la edad adulta. Si no hay políticas públicas eficientes, el mercado por sí solo no va a reparar jamás esta injusticia. Hace unos años el New York Times publicó un reportaje con el título de los Einsteins perdidos. El estudio al que se refería ese artículo acreditaba que a un adolescente no le valía con la excelencia académica, sino que para llegar a ser un inventor exitoso, necesitaba de una familia con riqueza. La creatividad está repartida, no así las oportunidades de explotarla”.