Bajo el título Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje en la Administración parlamentaria daban varios ejemplos de uso y aseguraban que el texto había sido elaborado teniendo en cuenta «las reglas gramaticales vigentes y las recomendaciones del Informe sobre el lenguaje inclusivo y cuestiones conexas», que había sido publicado por la Real Academia Española en enero del 2020.
La RAE ha negado la mayor y ha lanzado un comunicado aclaratorio por temor a que «los destinatarios del texto podrían pensar, de manera equivocada, que las recomendaciones de la Mesa del Congreso concuerdan totalmente con la postura de la RAE sobre estas cuestiones o comparten los criterios de esta institución sobre dichos asuntos».
En este aseguran que «el punto más conflictivo es la interpretación del llamado ‘masculino inclusivo’, sobre el que persisten discrepancias fundamentales. El texto de la Mesa del Congreso dedica varias páginas a presentar diversas formas de sustituirlo, si bien concluye esa extensa relación —de manera quizá un tanto paradójica— aduciendo que debe evitarse ‘un uso excesivo’ de este recurso».
Para argumentar su postura recogen varios ejemplos del documento del Congreso sobre cómo debe o no debe utilizarse el masculino, entre ellos encontramos que es mejor decir «aproximadamente dos mil asistentes» que «unos dos mil asistentes» ya que, según este texto «contiene el indefinido masculino unos». También que es preferible decir «quienes tengan mayores a su cargo» en vez de «los que tengan mayores a su cargo» porque ese ‘los’ excluye a las mujeres.
Para la RAE, que vuelve a mencionar su postura a favor de la igualdad entre los hombres y las mujeres y su consciencia de que «todavía no se ha alcanzado plenamente dicha equiparación entre nosotros», la equiparación entre ambos sexos no se conseguirá «modificando arbitrariamente opciones morfológicos, sintácticas y léxicas que el español comparte con muchas lenguas, sean románicas o no».
«Hemos argumentado en múltiples ocasiones que el género masculino es inclusivo (en español y en otras muchas lenguas) en un gran número de contextos, y hemos explicado también con detalle que el hecho de que no lo sea en algunos casos no debe llevar a la absurda conclusión de que no lo es nunca», continúan en su argumentación.
«Sería, pues, sexista, el lenguaje cotidiano de la mayor parte de los millones de hispanohablantes de todo el mundo, incluyendo el de los propios parlamentarios españoles cuando no hablan desde la tribuna» Y además hacen hincapié en que el título del documento da a entender que los «hablantes que no aplican los recursos allí expuestos se expresan en un lenguaje sexista». «Sería, pues, sexista, el lenguaje cotidiano de la mayor parte de los millones de hispanohablantes de todo el mundo, incluyendo el de los propios parlamentarios españoles cuando no hablan desde la tribuna o no redactan proyectos legislativos. Sería igualmente sexista —aplicando este razonamiento implícito— el lenguaje de la literatura, el ensayo, la ciencia, el cine, el periodismo, la legislación y tantos otros ámbitos (no necesariamente coloquiales ni informales) en los que los textos escritos en español no se suelen redactar aplicando los recursos que nuestra Administración recomienda», continúan en la nota que lanzaron el martes por la noche.
Y añaden que los miembros de la RAE sospechan que tras esta disyuntiva «se esconde el deseo implícito de acrecentar la distancia —ya considerable en la actualidad— entre el universo oficial y el mundo real». «Si bien sería de esperar que las administraciones trabajaran para acortarla, parecen más interesadas en aplicar una y otra vez las dobles varas de medir que tan patentemente la ponen de manifiesto», critican.
El comunicado finaliza asegurando que «no se apoya la igualdad de los hombres y las mujeres de nuestro país pidiendo a los ciudadanos (sean parlamentarios o no) que hagan constantes equilibrios sintácticos, morfológicos y léxicos para evitar opciones lingüísticas que pertenecen a su forma natural de expresarse. La RAE ha manifestado también que no se avanza en la consecución de la igualdad democrática de hombres y mujeres forzando de manera artificial la gramática y el léxico de la lengua española, sino arbitrando medidas legislativas que conduzcan a la equiparación de derechos, mejorando la educación que nuestros jóvenes reciben en la escuela y trabajando de otras muchas formas por una sociedad que refleje de manera efectiva todos esos valores».