Nadie espera que las cosas se compliquen en el corto plazo, pero los problemas que en estos días se anuncian podrían enfrentarnos a una segunda parte del año que se inicia en unas semanas m uy complicadas por el incumplimiento de las promesas que posibilitaron hace unas semanas Sánchez pudiese ser elegido presidente del Gobierno con el apoyo de un numero justito de diputados.
En estos días ya se habla de que, por ejemplo, Puigdemont no podrá regresar a España en los próximos años y eso de confirmarse puede ser un explosivo de explosión retardada, pero con posibles efectos demoledores en la carrera política de algunos personajes.
A ello se une también la dificultad de la celebración del referéndum catalán. Sin esta insistente petición de las fuerzas separatistas catalanes no llega a buen fin, esas mismas fuerzas entraran en una inestabilidad que también puede terminar volviéndose en contra no solo de esas mismas fuerzas, sino también de la formula del gobierno de coalición que hoy posibilita la presencia de Sánchez en La Moncloa. Y todo ello sin tener en cuenta las tensiones entre Junt ´s y ERC´ por protagonizar y ganar la batalla del catalanismo, un fenómeno en crisis permanente y con un camino de difícil recorrido en un siglo en el que lo que manda son otras cosas y no los fenómenos decimonónicos.
Prueba de todo ellos es que en pocas semanas, el bloque monolítico que debería de construir el muro anti derecha tan anunciado y aplaudido desde determinadas formaciones ya se ha roto, con el primer acuerdo PNV, PP y eso es un síntoma de que la silla se empieza a mover y eso puede desencadenar una tormenta política de consecuencias desconocidas.