La recuperación de la actividad tras la crisis fue intensa y entre 2021 y 2023 el aumento de los ingresos fiscales superó todas las previsiones, rebasando incluso los niveles precovid. En ese periodo el porcentaje del consumo de hogares sujeto a IVA creció entre seis y siete puntos sin que hubiese variaciones significativas de la normativa del tributo, lo que un informe publicado este jueves por Esade atribuye al afloramiento. «El incremento de las bases sometidas a control llevó a un aumento de la recaudación del IVA de unos 6.000 millones de euros anuales tanto en 2022 como en 2023», sostiene de la Torre Díaz, director del foro de fiscalidad del ‘think tank’, Inspector de Hacienda del Estado y autor del documento, que lleva por título ‘¿Se redujo el frauda fiscal y la economía sumergida tras la pandemia?
Análisis 2019-2023 a partir de la recaudación del IVA’.
La recaudación por este tributo aumentó con fuerza en 2021 y 2022 aunque ni el PIB ni el consumo habían recuperado por entonces los niveles previos a la pandemia. Esos dos ejercicios la actividad avanzó a un ritmo del 6,4% y del 5,8%, respectivamente, unas tasas muy inferiores a lo que se elevaron los ingresos por IVA. En 2021 lo recabado vía impuesto sobre el valor añadido ascendió a 72.498 millones de euros, un 14,5% más que el año anterior. En 2022 se alcanzaron los 82.595 millones, un 13,9% más en términos interanuales.
Estos aumentos se produjeron pese a que el Gobierno empezó a aplicar por entonces las rebajas de IVA a la electricidad y a los alimentos para contrarrestar la crisis inflacionaria agravada por la invasión rusa de Ucrania. Una parte del alza tuvo que ver con la inflación, que se situó de media en el 8,4% en el conjunto de 2022, también con la mejora del empleo, pero estas dos variables por sí solas no sirven para explicar todo el incremento registrado.
Al contrario de lo sucedido entre los años 2000 y 2007, cuando una parte sustancial del alza que registraron los ingresos por IVA provino de la compra de vivienda en pleno ‘boom’ del ladrillo (el impuesto grava la adquisición de inmuebles de obra nueva por parte de las familias), en 2021 y 2022 el incremento de las bases, y con ellas de la recaudación, llegó por el lado del consumo.
Para explicar qué puede haber ocasionado este mejor cumplimiento, De la Torre contempla la posibilidad de que durante la pandemia se hubieran producido cambios sociales (derivados, al menos en parte, de la normativa anti-fraude) que llevaron a aumentar los pagos con tarjeta. Esto redujo el porcentaje de transacciones en efectivo, que pueden escapar del control de la Agencia Tributaria.
Al tomar en consideración los datos de pequeñas transacciones del Banco de España (BdE) entre 2019 y 2023 se observa un aumento significativo del porcentaje del consumo pagado con tarjeta de crédito, que está sometida a un mayor control. De hecho, este medio de pago supone un porcentaje cada vez mayor de consumo. Al mismo tiempo, las retiradas de efectivo apenas se incrementaron en el mismo periodo, a pesar del repunte de la inflación, y fueron inferiores al incremento que registró el consumo. Lo anterior coincide con un aumento de las bases de IVA declaradas en relación con el consumo, explica De la Torre. «Todo esto nos lleva a concluir que se ha producido una reducción de la economía sumergida, acompañada, con gran probabilidad, por un mejor cumplimiento fiscal», apunta. Añade, además, que de otra forma, el aumento de las bases imponibles no hubiese sido, varios años, superior al aumento de las variables macroeconómicas en las que se basa. «Este crecimiento inesperado parece que está tocando techo, pero se ha consolidado», sentencia el informe.
El documento cita un artículo publicado por el BdE que apuntaba a que en 2022 en concreto [la inflación] explicaría algo más de la mitad del crecimiento observado de los ingresos, especialmente en el IVA y en el IRPF. Con todo, se estima que alrededor de 2,6 de los 3,7 puntos porcentuales que se elevó la ratio de ingresos sobre PIB de los tres últimos años «no podría explicarse por la actividad económica, los precios o las medidas fiscales aprobadas». El principio de prudencia aconsejaría no considerar este incremento de los ingresos como permanente, añade.