Una media de 2,26 contratos por cabeza. Se trata de una mejora notable respecto a los niveles registrados antes de la pandemia, pero superan los de antes del estallido de la Gran Recesión. Aunque entonces solo un 9% de los contratos firmados eran indefinidos y ahora rozan el 43%.
Los datos del Informe del Mercado de Trabajo Estatal que elabora el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) reflejan una evolución a lo largo de los últimos 23 años que cabría tachar de ‘decepcionante’ de este indicador, que se puede considerar como una de las claves para entender la precariedad laboral. Y que sirve para poner el contexto el verdadero alcance del desplome de la tasa de temporalidad en los dos últimos años.
El informe insiste en que el índice de 2023 es el más bajo de los últimos diez años, aunque el mínimo anterior se remonta a 2009, cuando se situó en el 2,2, en un contexto de intensa recesión económica y destrucción de empleo. Eso sí: los diez años que toma como referencia el SEPE estuvieron marcados por la reforma laboral aprobada por el Gobierno del PP, y la recuperación del mercado laboral tras la crisis.Entre 2012 y 2019, el índice de rotación creció ininterrumpidamente de 2,38 contratos por persona hasta 2,93. La pandemia supuso un relativo freno a esa tendencia, con una tasa de 2,55 que avanzó al 2,78 en 2021. Pero con la entrada en vigor de la nueva ley, el cambio ha sido prácticamente inmediato y ha caído a 2,38 en 2022 y 2,26 en 2023. Eso sí, siguen superando los dos contratos por persona.
Hay que tener en cuenta que la referencia de 2,26 contratos por persona es una media y no se reparte igual ni por sectores ni por puestos de actividad. Así, por ejemplo, los contratos para un puesto directivo tienen una rotación de 1,09, mientras que un trabajador de ocupaciones elementales firma 2,19 contrato de media al año. Aunque el factor diferencial es el sector de actividad. Seis de las secciones de actividad económica superan el umbral de los dos contratos por persona: las actividades agrarias (2,57), la industria manufacturera (2,04), logística (2,01), el sector TIC (2,18), sanidad y servicios sociales (2,17) y las actividades artísticas y recreativas (2,21). Estos últimos son uno de los pocos profesionales cuya rotación repunta respecto a 2022 (desde un índice de rotación de 2,18) tendencia que coincide con la creación de un nuevo contrato específico para el sector. Por contra, la hostelería sale de ese grupo tras bajar de 2,01 a 1,92.
Esta tendencia refleja el impacto de la reforma laboral, que ha elevado la contratación indefinida y confirma una clara mejoría de la estabilidad de los empleos respecto a los niveles de la última década, como resalta el SEPE. Pero la rotación no parece estar respondiendo con la misma intensidad.
El índice de rotación de los contratos sigue lejos del mínimo de la serie histórica. Descontando los años de la crisis financiera, en los que la ‘mejora’ se debió a que menos personas encontraban trabajo y firmaban contratos, los niveles de 2023 se equiparan con los de 2004, en pleno epicentro de la ‘burbuja inmobiliaria’. Un año en el que solo un 8,7% de los contratos eran indefinidos. Un porcentaje casi cinco veces inferior al que anotaba en 2023. En todo caso, el índice de rotación más bajo registrado sigue siendo el primero de la serie histórica: el del año 2000, cuando la tasa de temporalidad llegaba al 91% pero la ratio de contratos por trabajador llegó al 2,1. Nunca se ha bajado de una media de dos contratos por persona al año. ¿Pero por qué no ocurre cuando se firman más contratos que nunca?La clave es que, aunque el número de contratos se ha reducido sustancialmente, el número de personas que los firman ha retrocedido mucho menos. Así, en 2023 se realizaron 6,8 millones de contratos menos que el 2019 (máximo se la serie histórica), pero el número de personas que los firman se redujo seis veces menos, en 905.423.