Los Veintisiete han aprobado, con el único voto en contra de Hungría, el primer paquete de represalias que Bruselas aplicará a partir del próximo lunes: aranceles del 25% sobre importaciones estadounidenses por un valor de 21.000 millones de euros.
La Comisión Europea aplicará el paquete en tres fases —abril, mayo y diciembre— y afectará a una larga lista de productos: desde huevos, frutas y papel higiénico, hasta acero, aluminio, cosméticos, videojuegos y motocicletas, como las Harley-Davidson. La medida responde a los primeros aranceles que Washington impuso al acero y aluminio europeos, también del 25%.
Bruselas se guarda un segundo golpe más potente, con el que responderá a la subida generalizada del 20% a todas las importaciones europeas y al recargo adicional del 25% sobre coches y componentes. Este segundo paquete se encuentra en fase final y podría activarse en mayo si Estados Unidos no accede a negociar. En una maniobra de contención, la Comisión ha retirado del primer paquete el bourbon y los vinos estadounidenses, tras la presión de Francia y otros Estados miembros. El temor es que Trump cumpla su amenaza y grave con hasta un 200% las importaciones europeas de champán, vino y otras bebidas espirituosas. Aun así, la UE mantiene el pulso y prepara medidas más contundentes si no hay respuesta desde Washington.
La lista de productos afectados arrancará el próximo 15 de abril con bienes ya incluidos en la crisis arancelaria de 2018. En esta primera fase se gravarán hortalizas y frutas en conserva, legumbres secas, tabaco, papel higiénico, laminados de acero y motocicletas.
La segunda ronda, prevista para el 16 de mayo, se cebará con alimentos y manufacturas: carnes de ave y bovino, huevos, aceites vegetales, margarina, galletas, azúcar, cítricos, bisutería, plásticos, textiles y maderas. Y el 1 de diciembre llegará la tercera tanda con el turno de la soja y las almendras.
«Todos los instrumentos están sobre la mesa», ha recordado Bruselas, decidida a defender sus intereses sin renunciar a la negociación. Pero la advertencia es clara: Europa no se quedará de brazos cruzados ante la escalada proteccionista de Trump.