Para alcanzar esta meta, cada país deberá reducir su consumo de forma gradual, hasta lograr un ahorro del 1,9% y tendrá que renovar al menos el 3% de la superficie total de los edificios de propiedad pública cada año. No obstante, los Estados tendrán la libertad de establecer sus objetivos nacionales y solo indicativos, pues el único objetivo legalmente vinculante será el que los Veintisiete deben alcanzar en su conjunto.
Según el pacto, que todavía debe aprobarse formalmente, los países miembro deberán diseñar políticas públicas que combatan la pobreza energética y para 2050, todos los municipios de más de 45.000 habitantes deberán tener completamente descarbonizado el suministro de calefacción y refrigeración. Además, se deben de renovar millones de edificios a fin de evitar el desperdicio de energía, pues en este sector se produce un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero de la Unión Europea.
La mayoría de estas construcciones se calientan a base de combustibles fósiles, lo que también deja al bloque en una situación vulnerable ante una posible escasez, como la vivida tras el estallido de la guerra en Ucrania. Fuglsang, principal negociador del Parlamento, ha dicho al respecto que el nuevo objetivo significa “un cambio real en beneficio del clima y una desventaja para Putin”.
La UE había propuesto inicialmente en 2021 que el objetivo fuera un ahorro del 9%, pero aumentó al 13% en mayo pasado, en un intento por abandonar los combustibles rusos de manera apresurada. Antes de que estallase la guerra, Moscú era el principal proveedor de gas en Europa. Sin embargo, esta mayor reducción se encontró con la oposición de algunos países, que querían mantener el objetivo mínimo. Finalmente, se ha quedado en el 11,7% para el conjunto del bloque, y en caso de que no se llegue a cumplir la Comisión Europea podrá corregir a aquellos países que menos hayan aportado. “Ahorrar energía es un paso clave para salvar el planeta. En los últimos meses, los europeos han demostrado que están preparados y son capaces de afrontar este reto”, ha dicho el presidente de la Comisión, Frans Timmermans. El acuerdo irá ahora al Parlamento Europeo para una votación final, que suele ser una formalidad que aprueba la ley sin cambios.
Mantener la reducción de la demanda de gas ruso
En paralelo a este acuerdo, Simson, la comisaria europea de energía ha recordado este viernes que la reducción voluntaria del consumo de gas ruso “ha funcionado bien y es la mejor garantía para alcanzar un nivel adecuado de almacenamiento para noviembre”.
Su intervención se da un día después de que la Comisión pidiera a los países miembro, prolongar el acuerdo de emergencia mediante el cual se reduce voluntariamente la demanda de este combustible en un 15%. El compromiso europeo ha ido mejor de lo esperado, pues los datos de la Comisión apuntan a que la reducción del consumo de gas natural entre agosto y enero fue del 19%, cuatro puntos por encima de la meta. En paralelo, se han puesto en marcha ocho nuevas terminales de regasificación que buscan satisfacer la demanda sin tener que recurrir a Rusia.