A la hora de analizar activos bajo el prisma de la sostenibilidad, existen pocas verdades absolutas: las interrelaciones entre activos son tan profundas que a veces lo que tiene un impacto positivo en un área, tiene el efecto contrario en otras. Por ello, es importante llevar a cabo un riguroso y profundo análisis, y ser consciente de que, aun así, la decisión óptima no será perfecta: será la que contribuya con mayores efectos positivos sobre los negativos.
Por este motivo, desde Portocolom AV tratamos de huir de las afirmaciones absolutas y contundentes: ponemos sobre la balanza los distintos aspectos y tomamos una decisión que desde nuestro punto de vista es la óptima.
En el terreno de materias primas agrícolas y ganaderas, sin embargo, nuestro posicionamiento es bastante claro y directo: las subidas de precio de estas materias primas, principalmente motivadas por guerras y desastres naturales, atentan contra la esencia de la dignidad humana. Así y desde una perspectiva de rigor ético, rechazamos beneficiarnos de las subidas de precios de alimentos o derivados que hacen que sea más difícil el acceso al alimento para los más desfavorecidos, con el impacto que esto tiene no sólo en nutrición sino salud, educación y aumento de desigualdades.
No obstante, y principalmente gracias al uso de tecnología, se puede invertir en soluciones que ayuden a una mejora en el uso de recursos y facilite la alimentación para todos.
Curiosamente, observamos que a pesar de que la cadena alimenticia es responsable de aproximadamente el 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero, las soluciones que se desarrollan para hacer frente a esta situación sólo reciben el 3% de la financiación climática. Se estima que se necesitan entre 300 y 350 mil millones de dólares de aquí a 2030 (el equivalente al 0,5% del PIB mundial) para ayudar a la cadena alimenticia en el camino a la transición. Pero, la buena noticia es que cada vez vemos más legislación a nivel general que incluye iniciativas orientadas a la cadena alimenticia, como la Inflation Reduction Act americana o el Green Deal Industrial europeo; y otras más específicas como las legislaciones europeas en torno a reforestación, uso de pesticidas o reciclaje de embalajes entre otras.
Ejemplos de estas soluciones que mejoran la eficiencia de recursos o permiten mayor producción de alimentos son los jardines y huertos verticales, acuicultura y tratamiento de algas, agricultura de precisión, utilización de drones para optimización de cultivos, predicción meteorológica, gestión de plásticos o residuos, entre otros.
Al analizar estas soluciones que no sólo contribuyen a la mejora y optimización de las materias primas agrícolas disponibles sino que algunas de ellas adicionalmente ayudan a mitigar los efectos adversos de esta industria en la emisión de gases de efecto invernadero, entran otras materias primas en el espectro de análisis: la utilización de materiales industriales como el cobre, litio, cobre o zinc para la construcción de estas soluciones, el uso intensivo de agua y semiconductores e incluso cuestiones éticas como sería el caso de la producción de proteínas alternativas a partir de células madre.
En conclusión, estos ejemplos demuestran que la interrelación entre todos los aspectos relacionados con la sostenibilidad es altamente compleja y, por ende, es importante no caer en la simpleza de emitir juicios de valor absolutos, sino hacer un análisis reflexivo y profundo.