Así lo ha expresado durante su discurso en una conferencia organizada por el Instituto para la Estabilidad Monetaria y Financiera de la Universidad Goethe.
En cuanto a qué necesita el BCE para tener la suficiente confianza como para comenzar a reducir la postura política restrictiva, Lagarde ha explicado que la eurozona tiene que avanzar más en la senda desinflacionaria. «Y hay tres factores internos que serán decisivos para garantizar que la trayectoria de la inflación evolucione como proyectamos».
El primero de ellos es el crecimiento salarial. La previsión es que los salarios nominales se desacelerarán hasta el 3% en los próximos tres años, pero como se espera que la tasa de desempleo se mantenga muy baja (6,6%), esta trayectoria salarial no puede darse por sentada.
El segundo factor son los márgenes de beneficio. «Nuestro análisis de sensibilidad muestra que, si las empresas recuperaran el poder de fijación de precios a medida que la economía se recupera y los márgenes de beneficio aumentaran 1 punto porcentual acumulado más de lo que proyectamos hasta finales de 2026, la inflación sería del 2,7% en 2025 y del 2,4% en 2026», ha detallado Lagarde.
El tercer factor es el crecimiento de la productividad. El BCE proyecta un crecimiento de la productividad laboral del 0,1% este año antes de que aumente al 1,2% en 2025 y 2026. Pero la trayectoria de la inflación podría ser diferente si, en un nuevo entorno geopolítico, las pérdidas de productividad de las empresas europeas resultan ser en parte estructurales.
La presidenta del BCE ha matizado en sus palabras que el organismo no puede esperar hasta tener toda la información relevante, ya que hacerlo «podría correr el riesgo de llegar demasiado tarde para ajustar la política. Pero en los próximos meses esperamos contar con dos pruebas importantes que podrían elevar nuestro nivel de confianza lo suficiente como para dar un primer paso» en materia de recorte de tipos.
«Recibiremos datos sobre el crecimiento de los salarios negociados en el primer trimestre de este año a finales de mayo», en junio «tendremos un nuevo conjunto de proyecciones que confirmarán si la trayectoria de inflación que previmos en nuestro pronóstico de marzo sigue siendo válida».
Lagarde ha asegura que si estos datos revelan un grado suficiente de alineación entre la trayectoria de la inflación subyacente y sus proyecciones, y suponiendo que la transmisión se mantenga fuerte, «podremos pasar a la fase de reducción de nuestro ciclo de políticas y hacer que las políticas sean menos restrictivas».