«Estabilidad, porque garantizaba que el mercado único quedara a salvo de las fluctuaciones de los tipos de cambio y hacía imposibles los ataques especulativos contra las monedas de los países de la zona del euro», afirmó Lagarde en su discurso. Lagarde recordó que «el primer presidente del BCE, Wim Duisenberg, tuvo que afrontar las consecuencias de los atentados del 11 de septiembre y la crisis de las puntocom». «Su sucesor, Jean-Claude Trichet, hubo de lidiar con la crisis financiera global y con la incipiente crisis de deuda soberana, que mi predecesor heredó. Mario Draghi también se enfrentó a los recelos sobre el futuro de la zona del euro y, después, a un prolongado período de inflación demasiado baja», añadió Lagarde.
«Y durante mi presidencia ya hemos vivido una pandemia y el cierre de la economía, la brutal invasión de Ucrania por parte de Rusia, la crisis energética y el retorno de una inflación demasiado alta», según Lagarde. Pero la presidenta del BCE también consideró que el euro ha blindado a la región frente a perturbaciones de origen externo. Poco después de su introducción, añadió Lagarde, «se consolidó rápidamente como la segunda moneda de reserva y de facturación del mundo».
Lagarde ha recordado la inestabilidad durante la crisis de deuda soberana. Grecia estuvo a punto de salir de la zona del euro debido a que los inversores le exigieron unos interés desorbitados para refinanciar su deuda y el país tuvo que ser rescatado junto con Portugal e Irlanda. España logró asistencia para su sistema financiero a cambio de realizar reformas en su economía.
Pese a los rescates, se mantuvieron las tensiones en los mercados contra el euro, pero Draghi frenó la especulación con un discurso en Londres en julio de 2012 en el que dejó claro que la entidad estaba preparada para hacer «lo que fuera necesario» para preservar el euro y que ello sería suficiente.
Draghi dejó claro que el BCE estaba dispuesto a comprar deuda soberana de la zona euro para asegurar que todos los países tuvieran tasas de interés similares e inmediatamente bajaron los diferenciales de los países periféricos.
Tras una década de inflación baja, una media del 1,2 % durante la presidencia de Draghi, tipos de interés muy bajos e, incluso negativos, la compra de deuda pública y privada en los mercados y la inyección de ingentes cantidades de liquidez muy barata, el BCE debe afrontar ahora una inflación muy elevada, pues la media durante el mandato de Lagarde se sitúa en el 4 %.
Por ello, en julio de 2022 comenzó a subir sus tipos de interés, por primera vez desde 2011, y la tasa de interés a los depósitos de los bancos dejó de ser negativa. Asimismo ha dejado de comprar deuda y retira la liquidez muy barata del sistema monetario del euro.