«Es fundamental para la capacidad de Europa de convertir el euro de una moneda refugio segura en una moneda verdaderamente global, y de convertir nuestras debilidades en beneficios duraderos», ha señalado en el evento de Business France ‘Business en Européens’, celebrado en París, Francia. Así, la francesa ha reflexionado sobre cómo puede evolucionar el papel global del euro y cómo puede convertirse «en una verdadera fuente de fortaleza y resiliencia para nuestros exportadores en particular, pero también para nuestra economía en su conjunto».
En este sentido, ha recordado que tras los anuncios arancelarios de la Administración estadounidense, el capital fluyó hacia activos denominados en euros considerados refugios seguros y el euro se apreció bruscamente.
«Ciertas características de ser una moneda de reserva global ya nos brindan protección. Nuestros mercados de divisas son profundos: el volumen de negocios en USD/EUR es alrededor de 20 veces mayor que el EUR/CHF o EUR/JPY, lo que ayuda a contener las presiones de apreciación sobre el euro durante los episodios de entradas aceleradas de cartera. Y con el 52% de nuestras importaciones facturadas en euros, los costes de la volatilidad del tipo de cambio se amortiguan en parte».
Pero ha enfatizado que «todavía carecemos de la profundidad del mercado de capitales para beneficiarnos plenamente de tales entradas».
Por ello, en este contexto, Lagarde cree que en lugar de estimular el crecimiento, las entradas de refugio seguro por encima de todo corren el riesgo de empujar al euro al alza y dejar a los exportadores con mayores costes. «Esta es la frustración que muchos de ustedes sienten hoy. En cierto modo, somos ‘espectadores inocentes’ de las decisiones políticas tomadas en Washington y de las decisiones de asignación de carteras tomadas en todo el mundo, sobre las que no tenemos mucha influencia».
«No es una posición sostenible. No podemos seguir siendo un refugio pasivo, absorbiendo los choques creados en otros lugares. Necesitamos ser una moneda que dé forma a su propio destino», ha agregado. A este respecto, la presidenta del BCE, ha dejado claro que el camino a seguir es reforzar el papel internacional del euro, de modo que pasemos de estar «en el medio» a ser una moneda internacional plena, con todos los beneficios que ello conlleva. «Fundamentalmente, esto no solo ayudaría a protegernos en un mundo más volátil. Las reformas necesarias para lograrlo también nos harían, paradójicamente, menos vulnerables a los choques externos, ya sea por los tipos de cambio o por los aranceles».
«¿Cómo podemos dar el siguiente paso?», se ha preguntado Largarde. En primer lugar, ha expresado que se deben crear las condiciones para que el capital fluya hacia el crecimiento dentro de Europa, «de modo que podamos cosechar los beneficios de las entradas y luego atraer aún más inversiones como parte de un círculo virtuoso. Una economía más fuerte de la zona euro también hará que el euro sea una moneda más fuerte y creíble en el extranjero».
En segundo lugar, ha instado a establecer las condiciones para que los que no son de Europa utilicen más el euro al realizar transacciones para que podamos beneficiarnos de una mayor facturación en euros. E incluso, ha pedido ir más allá y forjar nuevos acuerdos comerciales.
Por último, ha dicho que «debemos defender nuestra integridad institucional. Si queremos que los inversores coloquen su capital en Europa, o que nuestros socios utilicen el euro para comerciar, deben tener plena confianza en nuestras instituciones».
«Si fortalecemos los cimientos del euro ahora, podemos transformar nuestra apertura en resiliencia y nuestras debilidades en fortalezas. Y podemos garantizar que, en el futuro, el euro seguirá siendo un pilar de estabilidad y fortaleza para Europa, incluso en un mundo más incierto», ha concluido Lagarde.