Así lo ha puesto de manifiesto la presidenta del organismo, Christine Lagarde. En declaraciones a ‘CNBC’ durante las reuniones de primavera que el FMI y el Banco Mundial celebran este semana en Washington, la responsable de política monetaria de la eurozona aseguró que el «proceso desinflacionario está tan bien encaminado que está cerca de completarse».
Pese a ello, ha reiterado la postura ‘data-dependiente’ del organismo a la hora de decidir si amplían o pausan la senda de recorte de los tipos de interés que arrancó en junio de 2024 al calor de la guerra arancelaria desatada por Donald Trump. «El impacto neto sobre la inflación dependerá de las contramedidas que se tomen en Europa y otros factores», ha añadido. La semana pasada, el BCE se mantuvo hermético sobre sus planes para el precio del dinero tras aplicar el séptimo recorte de este ciclo.
Después de citar una incertidumbre «excepcional», en gran parte debido a los gravámenes comerciales del presidente Donald Trump, el BCE ha expresado su preocupación por las perspectivas de la economía de la eurozona. Los inversores han intensificado sus apuestas por la flexibilización, descontando dos o tres bajadas más de un cuarto de punto en la tasa de depósito este año desde su nivel actual del 2,25%. «Estamos en una fase en la que todas las situaciones que hemos sufrido desde la pandemia, pasando por la crisis energética y la elevada inflación se están desvaneciendo. La desinflación sigue su camino, como era de esperar», ha puntualizado. No obstante, ha expresado su confianza en que la zona euro logrará evitar su entrada en recesión este año, a pesar de la sustancial desaceleración del crecimiento que anticipa el Fondo Monetario Internacional (FMI) en sus últimas previsiones macroeconómicas, publicadas este martes, como consecuencia de la incertidumbre generada por los aranceles impuestos por Estados Unidos y las contramedidas anunciadas por algunos países. En este sentido, la francesa ha subrayado que «hay margen para las negociaciones» entre las partes. «Me sorprendería que no existieran», ha añadido.
La francesa espera que sea un proceso en el que los responsables políticos argumentarán y señalarán sus imperativos, sus límites y sus vulnerabilidades, puesto que existe un enorme volumen comercial de bienes y servicios entre Europa y Estados Unidos, así que «podría haber sectores en los que sea necesario negociar seriamente». «Va a requerir un trabajo tedioso y serio para determinar qué es aceptable para las partes y dónde se abordan los puntos vulnerables. Y no se trata solo de una parte, sino de ambas», ha resumido.
De este modo, Lagarde confía en que durante los días que restan para que expire la tregua arancelaria ordenada por Donald Trump y secundada por la UE se producirán conversaciones y negociaciones a puerta cerrada, lo que supondrá un período de incertidumbre «que a nadie le gusta» en el que no se quiere invertir ni se quiere contratar ni se sabe adónde se irá en términos de desarrollo económico. «Al final de ese período, necesitamos tener un sistema que al menos sea predecible y fiable en el que las cosas no cambien cada dos semanas», ha deseado.
En el caso de la zona euro, la presidenta del BCE ha recordado que la recuperación «estaba echando raíces», añadiendo que se trata de una gran zona económica con un importante comercio interior con el que generar grandes ingresos, además de ser el principal socio comercial y de exportación de 72 países de todo el mundo. «Esto no es poca cosa y vamos a activar esos vínculos comerciales al máximo. Así que no vemos una recesión», ha apuntado.