Así lo ha señalado la presidenta del Banco Central Europeo Lagarde, durante su comparecencia ante la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo. Es más, la francesa ha reiterado el enfoque «dependiente de los datos» y de reunión por reunión del organismo para determinar la orientación adecuada de la política monetaria. «Nuestras decisiones sobre los tipos de interés se basarán en las perspectivas de inflación, la dinámica de la inflación subyacente y la fuerza de la transmisión de la política monetaria. No nos estamos comprometiendo previamente con una ruta de tarifas en particular».
En este sentido, Lagarde ha indicado que los riesgos para las perspectivas de crecimiento siguen inclinados a la baja. «En particular, el crecimiento podría desacelerarse en caso de una nueva escalada de las tensiones comerciales mundiales y las incertidumbres asociadas, el deterioro de la confianza de los mercados financieros y la persistencia de las tensiones geopolíticas. Dicho esto, una rápida resolución de las tensiones comerciales y geopolíticas o un nuevo aumento del gasto en defensa e infraestructuras podrían impulsar la actividad más de lo esperado».
Además, la presidenta del BCE ha afirmado que las perspectivas económicas mundiales siguen enfrentándose a una incertidumbre económica y política excepcionalmente alta, aunque considera que «los momentos de cambio también pueden ser momentos de oportunidad». «El apoyo al euro ha alcanzado un máximo histórico. Ha llegado el momento de hacer que la economía de la zona del euro sea más productiva, competitiva y resiliente. Necesitamos políticas fiscales y estructurales específicas e inversiones estratégicas», ha enfatizado.
Con todo, Lagarde ha recordado que las proyecciones de los expertos del Eurosistema prevén que la inflación se mantenga temporalmente por debajo del 2% en 2026, impulsada en parte por un euro más fuerte y un descenso de los precios de las materias primas energéticas, antes de volver al objetivo en 2027. «Se espera que la inflación general promedie 2,0% en 2025, 1,6% en 2026 y 2,0% en 2027».
Por otro lado, ha destacado que las perspectivas de inflación de la eurozona son «más inciertas de lo habitual», y las fricciones en el comercio mundial son responsables de riesgos tanto al alza como a la baja. Los riesgos al alza incluyen una posible fragmentación de las cadenas de suministro mundiales, mientras que los riesgos a la baja incluyen una menor demanda de exportaciones de la zona del euro y países con exceso de capacidad que desvían sus exportaciones a la zona del euro.
Y es que, tal y como ha explicado que la banquera central, «este año ha sido de profunda incertidumbre económica y geopolítica mundial. A medida que navegamos por un mundo cada vez más marcado por la fragmentación, la incertidumbre y el conflicto, Europa debe reafirmar su papel como pilar de la estabilidad económica y política».