Se trata, pues, de un Papa joven, con 69 años. Es el primer Sumo Pontífice agustino desde la Edad Moderna. Ingresó en la Orden de San Agustín en 1977 y emitió sus votos solemnes en 1981. Su formación académica incluye una licenciatura en matemáticas por la Universidad de Villanova, una maestría en teología por Catholic Theological Union de Chicago, y grados canónicos (licenciatura y doctorado) por la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino en Roma. Su tesis doctoral versó sobre el papel del prior local en la vida agustiniana, revelando desde temprano su interés por el gobierno eclesial.
Cuenta con una amplia formación académica que incluye una licenciatura en Ciencias Matemáticas por la Universidad de Villanova, una maestría en Divinidad por la Catholic Theological Union de Chicago, y una licenciatura y doctorado magna cum laude en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino (Angelicum) en Roma.
Ordenado sacerdote en 1982, su vida pastoral y académica se consolidó en el Perú, donde ejerció como misionero, formador, juez eclesiástico y docente durante más de una década. Su conocimiento profundo de la realidad latinoamericana, especialmente andina, lo convirtió en una figura de puente entre el norte global y el sur eclesial. En 1999 regresó a EEUU como provincial, y poco después fue elegido prior general de los agustinos, cargo que ocupó por dos mandatos hasta 2013.
En 2014, el Papa Francisco lo nombró administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo, en Perú, y al año siguiente fue consagrado obispo. Su liderazgo pastoral en un país azotado por la inestabilidad política fue valorado especialmente por su papel moderador desde la Conferencia Episcopal Peruana, donde integró el consejo permanente y la vicepresidencia. En su primer discurso ha hablado en español y ha recordado a Chiclayo, donde es conocido como Roberto.
Elevado a prefecto del Dicasterio para los Obispos en 2023 —uno de los cargos más influyentes de la Curia romana— Prevost pasó a ser responsable de la selección episcopal en todo el mundo. Su perfil discreto, su capacidad de escucha y su conocimiento de la vida consagrada y de la realidad eclesial de América Latina lo convirtieron en una figura respetada, aunque poco mediática. Fue nombrado cardenal ese mismo año.