La volatilidad en los mercados se ha disparado en el comienzo de esta sesión bursátil a raíz del desplome, aún más profundo, de los bonos soberanos a largo plazo y, concretamente, los británicos. El rendimiento de estos bonos lleva subiendo frenéticamente durante los últimos meses, por no decir años, pero nos tenemos que remontar 27 años para observar unos tipos a 30 años tan elevados.
Esta última escalada se produce en un contexto particularmente complejo para el Reino Unido, en el que no sólo se enfrenta a una inflación obstinadamente elevada, que continúa sorprendiendo al alza, sino que además el deterioro en el mercado laboral no parece cesar. Además de ello, el Gobierno laborista de Starmer ha sido incapaz de aprobar recortes moderados en prestaciones sociales para encarrilar la crisis fiscal británica, y el aumento del coste de la deuda pública no hará sino dificultar aún más esta labor. Los mercados están ejerciendo una presión inmensa sobre la canciller Reeves para recortar el gasto público o subir los impuestos en los presupuestos de otoño, pero dados los obstáculos políticos que se han interpuesto en su camino en el pasado, no será una labor ni mucho menos sencilla.
La subida diaria de 3 p.b. en el rendimiento de los bonos soberanos británicos a 30 años ha venido acompañada de incrementos también en el bono correspondiente a 10 años, y en los estadounidenses, pero de manera más moderada. Dicha subida en los rendimientos de los bonos británicos no está impulsando a la libra esterlina, lo cual no es una señal positiva para la confianza en el Reino Unido, sino todo lo contrario. La moneda británica ha caído más de un 1 % frente al dólar estadounidense y un 0,40 % frente al euro en lo que llevamos de la sesión bursátil.
A diferencia del Reino Unido, la subida en los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidenses sí que está impulsando al billete verde, y lo está haciendo frente a todas las divisas del G10. El eurodólar ha caído casi un 0,70 % hoy, cotizando de nuevo en cotas de 1,16. La publicación de los datos de inflación de la eurozona correspondientes a agosto ha permitido frenar momentáneamente esta caída. Al haber sorprendido al alza el crecimiento de los precios en el mes anterior, las expectativas de una pausa, por no decir fin, de los recortes por parte del BCE se han fortalecido considerablemente.
Por su lado, el yen japonés está acusando unas pérdidas frente al dólar casi tan elevadas como la libra esterlina dada la falta de claridad ofrecida hoy por el vicegobernador con respecto al momento de la próxima subida de tipos por el Banco de Japón. Frente al euro, sin embargo, ha ganado algo de terreno, al igual que el yuan.