La morosidad en el crédito al consumo repunta y alcanza máximos de casi cuatro años. Según los últimos datos del Banco de España (BdE), el volumen de créditos dudosos superó durante el pasado mes de mayo los 3.103 millones, un volumen inédito desde septiembre de 2020, cuando la economía se había visto golpeada por la emergencia sanitaria de Covid-19. Esto empuja la ratio de impagos de los establecimientos financieros de crédito al 6,64%, seis décimas más con respecto al mismo mes del año anterior. Si bien la ratio se ha suavizado ligeramente desde el 6,95% contabilizado el pasado marzo, el saldo se ha incrementado en 630 millones. En comparación con mayo de 2023 se eleva en 226 millones. Por regla general, la morosidad de este tipo de productos suele oscilar en niveles más elevados y aunque se caracterizan por ser de fácil acceso, el sector se blinda con intereses más elevados. Ahora el aumento coincide con el ‘boom’ de demanda que atraviesa el pago a plazos, después de rebasar los 100.000 millones en saldo vivo, algo que no sucedía desde 2009, en los primeros coletazos de la crisis financiera.
Tomando como referencia la serie histórica desde 2002, con la entrada del euro, solamente se ha alcanzado esta cota en el periodo que abarca desde 2007 a 2009, por lo que de continuar esta tendencia en los próximos meses sería la segunda vez que la mantiene dentro de la serie histórica. En mayo se concedieron créditos al consumo por valor de 3.362 millones, un 16% más interanual. Entre enero y mayo, el montante se ha disparado más de un 18%, con más de 15.355 millones concedidos a medida que el coste ha experimentado una ligera reducción y cae al 7,79%.
En este contexto, las financieras han comenzado a activar la prudencia y ser más exigentes a la hora de conceder financiación en bienes y servicios duraderos con el objetivo de blindarse a futuro. La última encuesta de préstamos bancarios en España correspondiente al segundo trimestre arroja una mayor demanda en todos los segmentos, siendo especialmente intenso en consumo y otros fines, algo que no se producía desde 2021. La mayor confianza de los consumidores y el gasto en bienes de consumo duradero habría impulsado el crédito al alza. Pese a ello, se detecta un endurecimiento de las condiciones como consecuencia de un cierto deterioro de las perspectivas económicas y de la solvencia de los prestatarios.