Según los datos provisionales proporcionados por las comunidades autónomas al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la media de superficie calcinada por el fuego entre el 1 de enero y el 2 de julio durante la última década es de 31.604,00 hectáreas.
Este año está siendo el tercero peor del decenio en este aspecto, solo por detrás de 2022 (70.460,80 hectáreas) y 2017 (59.416,46). En cambio, los mejores siguen siendo 2018 (9.919,69), 2013 (10.402,99) y 2016 (10.951,18).
Hasta el pasado 2 de julio se registraron 4.874 siniestros forestales, de los que 1.755 fueron incendios (que arrasaron al menos una hectárea) y 3.119 resultaron ser conatos (con menos de una hectárea quemada). De las hectáreas arrasadas, que abarcan un 0,213% del territorio nacional, un total de 4.639,85 corresponden a vegetación herbácea (pastos y dehesas) y el resto a vegetación leñosa, concretamente 38.000,38 hectáreas de matorral y monte abierto, y 16.680,25 de superficie arbolada.
Por otro lado, el noroeste peninsular (Asturias, Cantabria, Galicia, País Vasco y las provincias de León y Zamora) concentró un 47,27% de los incendios y conatos forestales entre el 1 de enero y el 2 de julio, mientras que el resto de los siniestros se repartieron entre las comunidades interiores (concretamente, las provincias de las regiones no costeras, salvo León y Zamora), con un 30,36%; el Mediterráneo, con un 21,87%, y Canarias, con un 0,49%.
En cuanto a la superficie forestal arrasada por el fuego, el 66,70% pertenece al noroeste; un 24,68% las comunidades interiores; un 8,61 al área mediterránea, y un 0,02% a Canarias.
En cambio, la mayor cantidad de superficie arbolada arrasada por el fuego se produjo en las comunidades interiores (47,16%), por delante del noroeste (34,32%), el área mediterránea (18,50%) y Canarias (0,01%).