En esta primera edición, que llega con vocación de continuidad y que fue dirigida por el periodista José Ribagorda, se ha reconocido a 10 grandes restaurantes que han dedicado toda su trayectoria a ensalzar la cocina tradicional, la de producto, la que se ha enseñado de generación en generación. Los primeros destacados que recogieron el original galardón diseñado por el escultor Xabier Santxotena, son:
• José Cruz Guinea de Bideko (Lezama, Álava). Es uno de los mejores ejemplos de los Baserris Gourmets vascos. En este singular caserío preparan una cocina intemporal, refinadísima y de raíces locales que, además, cuenta con el aderezo de sustentarse en gran parte con productos de recolección propia, algo habitual en la familia Guinea, los propietarios-
• Jaime y Jordi Sanz, de Casa Jaime (Peñíscola, Castellón). La cocina de este restaurante familiar se sustentada en la materia prima marinera de lujo que proveen los pescadores locales y que aquí se pasa por el tamiz de la delicadeza mientras se rememoran historias de rodajes y aventuras en la gran pantalla. Su arroz Calabuch, inspirado en la película rodada en sus alrededores, es uno de esos platos que merecen una escapada por condensar la filosofía y arte de Jaime Sanz y sus hijos Jaime y Jordi.
• Guillermo Elejabeitia, de El Portal de Echaurren (Ezcaray, La Rioja). Su fama se fraguó durante cinco generaciones de damas con delantal que convirtieron el guiso, el puchero y la sencillez en guarniciones de unos menús que traspasaron fronteras en lo que fue una antigua casa de postas. Así hasta que Marisa Sánchez, madre de los Paniego y mujer de recuerdo imborrable, recibió todos los honores inimaginables, incluido el de “Mejor Cocinera de La Rioja”.
• Pilar Pedrosa y Alfonso Fierro, de Estrella del Bajo Carrión (Villoldo, Palencia). Sencillez, maestría y fidelidad al mejor producto de temporada son las señas de identidad de este gran restaurante palentino de las hermanas Pedrosa. Con la jefatura de cocina de Alfonso Fierro, continuador de la saga familiar, en esta casa se tratan de forma primorosa las verduras primaverales, los regalos de la matanza invernales o el repertorio otoñal de setas y caza.
• Leandro Casas, de Gayarre (Zaragoza, Aragón). Nacido como El Casetón, un merendero de paso hacia el aeropuerto de Zaragoza, se ha convertido en uno de los grandes restaurantes de carretera que han dado tanto prestigio a nuestro mapa gastronómico. 40 años después, mantiene gran parte de sus esencias: una cocina arraigada puesta al día, la vocación por un esmerado servicio, la atención en los banquetes y ese entorno privilegiado, rodeado de vegetación.
• Pedro Martino, de Pedro Martino (Caces, Asturias). Su chef, promotor del movimiento ‘Nueva Cocina Asturiana’, hace tiempo se volcó en crear un recetario absolutamente tradicional dedicado a la despensa de su tierra y a la recuperación de platos que habían pasado al olvido de forma actualizada. Lo hace desde un molino cercano a Oviedo y sus platos son bocados de añoranzas y futuros. Una vuelta al origen y una visión artística de la tradición culinaria del Principado.
• Sacha Hormaechea, de Sacha (Madrid). Este mítico Figón-Botillería, con una decoración entre bistró y casa de comidas ilustrada tiene como maestro de ceremonias al polifacético Sacha, uno de los grandes animadores de la escena y el pensamiento gastronómicos del país. Le viene de familia, pues su madre, la inolvidable Pitila, dejó una huella imborrable en la capital entre todos los que aman este mundo de las cosas del comer y del disfrute de la vida.
• Ignacio Solana, de Taberna Solana (Ampuero, Cantabria). Encaramado junto al santuario de la Bien Aparecida se sitúa este restaurante manejado desde hace unos años con tino por Ignacio e Inma Solana (tercera generación al mando de esta cocina y sala respectivamente), que elaboran platos y raciones de corte tradicional en los que se engalanan los soberbios productos de este paisaje entre mar y montaña.
• Nicolás Ramírez, de Túbal (Tafalla, Navarra). Tras más de 50 años de la buena cocina de Atxen Jiménez, su hijo Nicolás mantiene el legado bordando las versiones o interpretaciones de los platos eternos de la casa y del acervo culinario del Reyno. Se trata de una cocina gourmand, de ensamblajes perfectos y sabores arraigados, idónea para calibrar las posibilidades que tienen las fabulosas verduras de la zona o la casquería cuando se refina hasta lo inimaginable.
• Jose Berasaluce, en representación, de Ventorrillo El Chato (Cádiz). Este genuino local, aislado, en la ruta entre San Fernando y Cádiz, y que antaño fue alivio de caminantes, ha sido testigo de eventos históricos importantes, y también de los favoritos de Alfonso XIII, quien, según se cuenta, fue el que aquí inventó la tapa. Historia y la Gastronomía en mayúsculas.