Sin embargo, a pesar de la reciente escalada bélica entre Israel e Irán, y especialmente tras la intervención militar de Estados Unidos de este pasado fin de semana, los mercados financieros han mostrado una notable capacidad de resistencia, pues a la hora de escribir este artículo, la mayoría de índices globales se mantienen estables.
No obstante, los riesgos latentes siguen siendo significativos, y prueba de ello ha sido la reciente decisión por parte de la Reserva Federal americana de no mover tipos de interés, manteniéndolos en el rango 4,25%-4,50% por cuarta reunión consecutiva. Powell volvió a recalcar la necesidad de mantener una política monetaria restrictiva en un entorno de fortaleza del mercado laboral, pero con unos riesgos de repunte de inflación cada vez más activos. De hecho, la FED actualizaba sus previsiones de inflación para los próximos años, subiendo de 2,7% a 3,0% para 2025 y de 2,2% a 2,4% en 2026 (con subidas similares también a nivel subyacente), debido principalmente al efecto provocado a medio plazo por los aranceles impuestos por Trump. Cierto es que también revisaban a la baja sus expectativas de crecimiento para Estados Unidos, del 1,7% al 1,4% en 2025 y del 1,8% al 1,6% en 2026, siendo este uno de los principales motivos por los que aún se esperan varias bajadas de tipos antes de finalizar el año. Pero a este contexto se une ahora el posible cierre del estrecho de Ormuz por parte de Irán, con implicaciones importantes para el precio del crudo, y por tanto para la inflación, lo que sin duda presentaría un nuevo quebradero de cabeza para la FED.
En el corto plazo, la economía estadounidense mantiene un ritmo de crecimiento robusto, donde la Reserva Federal de Atlanta estima un avance del PIB del 3,4% para el segundo trimestre de 2025, con una confianza del consumidor que rebotaba en mayo hasta 98 puntos, desde el dato de 85,7 presentado en abril. Sin embargo, algunos indicadores empiezan a mostrar debilidad: las ventas minoristas cayeron un 0,9% en mayo, y la producción industrial retrocedió un 0,2%. Asimismo, la tasa de paro se mantiene en el 4,2%, pero hay que señalar que aunque se sigue creando empleo, se hace a menor ritmo.
En la eurozona, el crecimiento se mantiene gracias al impulso fiscal, especialmente en Alemania, donde el nuevo gobierno ha anunciado un aumento significativo del gasto público. La inflación sigue contenida (nueva corrección en mayo del IPC general desde 2,2% hasta 1,9%), lo que ha permitido al Banco Central Europeo mantener el ciclo de recortes de tipos. En su última reunión, el BCE volvió a reducir en 25 puntos básicos, dejando el tipo de la facilidad de depósito en el 2%. Tras la rueda de prensa posterior, se deducía que ha llegado el momento de que el BCE haga una pausa en la relajación de la política monetaria, mientras analiza los objetivos conseguidos, aunque el mercado está descontando por lo menos una bajada más antes de que termine el año.
China por su parte ha sorprendido con un crecimiento sólido en ventas minoristas (+6,4% interanual en mayo) y una producción industrial que, aunque por debajo de lo esperado, sigue en expansión. La economía del gigante asiático se sigue apoyando en el consumo interno, lo que la hace menos vulnerable a la desaceleración global.
A pesar del conflicto entre Israel e Irán, y la reciente intervención de Estados Unidos, los activos de riesgo han mantenido el tipo. El S&P 500 y el Nasdaq cerraron la semana anterior prácticamente planos, mientras que el selectivo europeo Eurostoxx 50, se dejaba apenas un 1%.
El petróleo ha sido el activo que más se ha visto afectado por el conflicto, pues ha subido más de un 10% desde el inicio de los ataques por parte de Israel, y acumula ya subidas superiores al 25% desde los mínimos de año, cuando llegó a cotizar por debajo de los 60 USD por barril (actualmente en 77,2 USD/b). Y es que el enfrentamiento directo entre Israel e Irán ha reactivado los temores sobre la estabilidad energética global. Aunque por ahora no se han visto afectadas las infraestructuras críticas ni el tráfico en el estrecho de Ormuz, el riesgo de una interrupción en el suministro de petróleo sigue presente, sobre todo una vez se ha confirmado la participación activa en el conflicto por parte de Estados Unidos. Este estrecho es muy importante pues cerca del 25% de los envíos a nivel global de productos derivados del petróleo pasan a través de él, por lo que al menos a corto plazo, y mientras no se encuentren rutas y proveedores alternativos, es de esperar una subida importante del precio del petróleo, lo que conllevaría un incremento en los niveles de inflación a nivel global.
A esta hora, el parlamento Iraní ha aprobado el cierre del mismo, pero para que se produzca el cierre de manera efectiva, es necesaria la aprobación por parte del consejo de seguridad de Irán y tras esto, la última palabra la tiene el líder supremo Jamenei.