El Oxford en que sucede la acción es un Oxford en el que el barrio de Jericó era un poco distinto del actual y con una población muy distinta.
El inspector Morse se ve envuelto en el crimen de una persona que ha conocido hace poco tiempo, una mujer, Ann, de una cierta belleza y dada su forma mujeriega de ver la vida y las mujeres le atrae; el problema es que pocos días después aparece ahorcada en su casa. Morse -viejo conocido para los lectores de Dexter- es sagaz en su forma de enfrentarse a los dilemas y todos le tienen respeto por esta cualidad, pero es un alcohólico compulsivo y bastante cínico e inmoral. Junto a él y como contrapesó está el sargento Lewis, joven pero brillante, humilde y que reconoce en Morse sus defectos pero también sus habilidades.
Después del evidente suicidio de Ann, aparece muerto un vecino suyo que vive enfrente de su casa y no hay duda de que ha sido asesinado. El resto de los personajes, incluidos los secundarios son claves para resolver el caso.
La historia es bastante complicada, barroca, folletinesca y al leerla no hay referencias claras para poder entender el planteamiento global y se tiene la sensación de estar siendo empujado por el autor para engañarte. No obstante se lee con gusto, aunque haya saltos muy imaginativos en la lógica del relato.
Los muertos de Jericó
Colin Dexter
Siruela (2025)
Págs. 281