Estos datos revelan que las pensiones han aumentado un 4,54% por encima de los salarios durante el periodo 2022-2024. Además, al estar blindadas al IPC, las pensiones han mantenido su poder adquisitivo, mientras que los salarios, con un avance inferior, han perdido capacidad de compra equivalente a ese mismo 4,54%. Para comprender cómo se ha generado esta brecha, conviene repasar la evolución de las pensiones y los salarios en cada ejercicio. En 2022, las pensiones aumentaron un 2,5%, mientras que la variación salarial media lo hizo un 3,21%. El año 2022 estuvo marcado por una inflación récord, alimentada por el impacto de la guerra de Ucrania en los precios de la energía y las materias primas; y por las secuelas de la pandemia, que tensionaron las cadenas de suministro creando cuellos de botella.
En paralelo, el Banco Central Europeo (BCE) inició una significativa subida de tipos de interés para contener la escalada de precios. Este contexto explica por qué en 2023 la revalorización de las pensiones se disparó hasta el 8,5%, ya que se calcula en función del IPC (Índice de Precios al Consumo) del ejercicio previo, mientras que los asalariados tuvieron que conformarse con una subida del 3,68%. En 2024, la situación se moderó gracias a la desaceleración de la inflación, aunque en un nuevo ejercicio, las pensiones aumentaron más que los salarios, un 3,8% y 3,36%, respectivamente. Esta brecha acumulada desde 2022 muestra que la revalorización de las pensiones al IPC ha evitado una pérdida de poder adquisitivo en este colectivo, mientras que los salarios, sin ese mecanismo automático, han evolucionado por debajo del nivel de precios. Este retroceso en el poder adquisitivo de los salarios en España es todavía más significativo si se amplía al entorno europeo.
Según los datos de Eurostat —que permiten comparar la evolución del poder de compra entre los veintisiete países de la Unión Europea—, España ocupa la tercera posición entre los Estados miembros que más poder adquisitivo han perdido en 2024 respecto a los niveles de 2022. Con una variación negativa de -0,027, tan solo se sitúa por detrás de Dinamarca (-0,269) y la República Checa (-0,149). En el extremo opuesto, países como Hungría (+28,091), Polonia (+0,254), Rumanía (+0,233) o Suecia (+0,197) han logrado avances significativos en su paridad de poder adquisitivo, ampliando su capacidad de compra relativa respecto al conjunto de la Unión. Esta divergencia pone de manifiesto que la pérdida de poder adquisitivo en España no responde a una tendencia común en Europa, sino que la ubica entre los países con peor evolución dentro del bloque comunitario.