Según el director del Museo Reina Sofía, Segade, “Maruja Mallo tendría un lugar garantizado en la historia por ser la artista capaz de dotar de imaginario visual a la Generación del 27, pero además ha sido una personalidad muy avanzada a su tiempo, por su preocupación por la dignidad del trabajo de la mujer, por sus teorías sobre la importancia de la creación popular, por su capacidad para performar su propia imagen y por su innovadora invención de una cultura visual para la ciencia ficción”.
La directora de Exposiciones y Colecciones del Centro Botín, Rodríguez Muñoz, se ha mostrado “muy satisfecha por poder saldar una deuda histórica con Maruja Mallo, una mujer singular, fascinante y heterogénea” a través de la exposición que ha organizado la Fundación Botín junto con el Museo Reina Sofía.
La comisaria de la muestra, Molins, ha destacado de Maruja Mallo, “la cosmovisión propia y de la mujer que reflejó con su obra y con su vida, una mujer que buscó un mundo nuevo representado por una mirada femenina, ligada a la tierra y a lo popular relacionado con lo moderno”.
La exposición, que se podrá ver en el Museo Reina Sofía desde el 8 de octubre de 2025 hasta el 16 de marzo de 2026, recupera a una de las artistas más innovadoras de la vanguardia española e internacional. Maruja Mallo, (Viveiro, Lugo 1902 – Madrid, 1995), es una de las grandes figuras de la Generación del 27 y la más importante representante del grupo de artistas que promovió, por primera vez, una cosmovisión femenina desde un punto de vista novedoso, el de la mujer moderna, libre, activa e independiente. Fue precursora también del grupo de mujeres conocido como las Sinsombrero.
Máscara y compás cuenta con un centenar de pinturas, de ellas 13 forman parte de la Colección del Museo, unos 70 dibujos, además de otro centenar de fotografías y documentos de la artista, algunos inéditos, muchos de ellos adquiridos recientemente por el Museo Reina Sofía como parte del legado del Archivo Lafuente. Con el título Máscara y compás se alude a dos elementos característicos de la obra de Mallo, el compás como instrumento rector del trazado geométrico del que parte su pintura, y la máscara como referencia a la tensión que existe en su obra entre lo animado y lo inanimado, entre la naturaleza, efímera, y su representación plástica, intemporal.
La muestra, que recoge todo el recorrido artístico y vital de esta inclasificable artista, es incluso más amplia de la que se ha podido ver recientemente en el Centro Botín, especialmente en materia de documentación, y se presenta de forma cronológica a lo largo de once salas de la Planta 1 del Edificio Sabatini. Incluye las cinco verbenas que la dieron a conocer en su exitosa exposición organizada por Ortega y Gasset en 1928 en los salones de la Revista de Occidente, y que no se habían mostrado juntas desde entonces. Fruto de la investigación, también podremos ver obras inéditas: Arquitectura fósil I, que constaba como desaparecida en el Catálogo razonado, y un dibujo de 1933 que no se conocía. También estará expuesta la obra Joven negra (1948), recientemente adquirida por el Museo Reina Sofía y El espantapájaros, la obra que le compró André Breton en París y que mantuvo en su colección hasta su muerte.
El heterogéneo arte de Maruja Mallo pasó por muchas etapas. Su trabajo se fue plasmando en series que obedecen a diferentes momentos de su vida. En su primera etapa, Maruja Mallo apuesta por el arte popular a través del realismo mágico que combina vanguardia y tradición. Posteriormente evoluciona hacia el surrealismo, destacando su relación con la Escuela de Vallecas y el Grupo de Arte Constructivo de Torres García. Y finalmente emprende un nuevo camino con sus dibujos geométricos y fantásticos en los que trata de conciliar la visión del macrocosmos y el microcosmos.
La obra de Maruja Mallo refleja, además de su compromiso social con la justicia y la igualdad, su profunda curiosidad por todo lo que la rodea, desde lo artístico hasta lo tecnológico, científico y filosófico, uniendo materialidad con espiritualidad, fundiendo lo popular, lo performativo y lo mágico. Comprometida con los valores de progreso y renovación de la Segunda República, se vio obligada a exiliarse al continente americano, donde descubrió su exuberante naturaleza, su diversidad cultural y religiosa.
Es en este exilio donde Maruja Mallo inició un viaje personal hacia la cosmografía y el universo. “Ella decía que había pasado de la geografía en España a la cosmografía en Argentina”, asegura la comisaria, Patricia Molins. La artista gallega trabajaba también con el rostro, la representación y la identidad, convirtiéndolo en uno de los ejes centrales de su obra. Su interés por el teatro y por lo que denomina “plástica escenográfica” se refleja en una serie de fotografías de ella misma en diversos escenarios desde los que propone una revisión transgresora de la identidad de género, clase, artística y política.
La exposición incluye obras de colecciones como el propio Museo Reina Sofía; el Art Institute of Chicago; el MNAM Centre Georges Pompidou, en París; el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo, en Uruguay; el Museo Benito Quinquela Martín y el Museo de Arte Latinoamericano, ambos en Buenos Aires; el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo, en Santa Fe (Argentina); la Asociación Colección Arte Contemporáneo – Museo Patio Herreriano, en Valladolid; el Museo Provincial de Lugo, así como de otras importantes colecciones particulares ―europeas y americanas ― que permiten un completo análisis de la trayectoria de la artista.
Con motivo de esta exposición se ha publicado un catálogo en español e inglés, coeditado entre el Museo Reina Sofía, la Fundación Botín y la editorial This Side Up, que incide en los aspectos telúricos, teatrales y en las bases teóricas del trabajo de la artista.