La protagonista, Claudia, está internada en un hospital en lo que será su lecho de muerte y ella que ha sido una reputada historiadora, pretende en su demencia hacer una historia del mundo, pero lo que resulta es una historia de su propia vida, reflexionando sobre los hechos que le fueron ocurriendo a lo largo de los años y pasando revista a los acontecimientos históricos en los que se vio involucrada.
La historia no es lineal, hay saltos y vueltas al pasado, pero no molesta al relato. Comienza con su infancia y sobre todo se centra en la relación competitiva constante con su hermano Gordon, al que no dejará de estar unida siempre. En esos momentos ya se comienza a dibujar su carácter fuerte, independiente, crítico, que cada vez se consolidará más y su interés por la historia y el periodismo.
Durante la Segunda Guerra Mundial trabaja como corresponsal de guerra en Egipto y allí se enamora intensamente de un militar británico, Tom. Muere éste y el mundo de Claudia se desmorona y deja en su interior un vacío afectivo que nunca se llenará.
A la vuelta a Inglaterra, se juntará con Jasper, personaje también singular, que aunque fue su amante no llegaron nunca a amarse de verdad. De esa relación nació Lisa, a la que nunca soportó, porque no aceptó y no supo asumir su papel de madre y aunque al final de su vida fue consciente de sus errores y quiso pedir perdón, la relación nunca llego a ser fluida. El tema de las relaciones entre ellas es de los más logrados de la novela.
Su vida profesional fue exitosa y reflexionará sobre ella, igual que sobre sus fracasos profesionales y emocionales, que se agudizaron sobre todo con la muerte de Gordon. El examen de lo que podía haber sido su vida le lleva al remordimiento porque reconoce que todo lo sacrificó por ella misma y sus relaciones con los demás estuvieron supeditadas a su egoísmo. Se planea en la novela sobre la importancia de asumir el papel que le corresponda a cada uno, interpretarlo con riqueza, y no queriendo asumir otros que acabaran llevando a la frustración. Se deja ver el necesario equilibrio entre los deseos, la realidad y la aceptación del fracaso.
Lógicamente el tema de Dios está muy presente en toda la novela, aunque de un modo indirecto. Claudia no es creyente intencionalmente, es parte de su planteamiento egoísta de todo, y hay momentos en los que su increencia se hace patente, como cuando rechaza cualquier consuelo que venga de la fe. Sin embargo, su referencia a Dios no la pudo obviar en situaciones como la muerte o las mismas relaciones personales o el tiempo, la memoria, la enfermedad y decrepitud y el sentido de la vida. Hay una negación de la trascendencia y una sustitución por la memoria y el recuerdo que para ella es lo único que trasciende. No obstante, hay momentos en los que no puede reprimir su ruego a Dios, como cuando se lee: “Y oh Dios, piensa Claudia, que tenga un final feliz. Por favor, que tenga un final feliz.”
El libro está escrito con elegancia, medido y por lo tanto muy agradable y de lectura sugerente y con profundidad. Es para un lector culto y con capacidad crítica.
Moon Tiger
Penelope Lively
Impedimenta (2025)
págs. 273
