En junio, el índice de precios del gasto de consumo personal subyacente aumentó un +0,2% y su tasa de variación media trimestral es ahora del +0,19%, en línea con el objetivo del 2% de la Reserva Federal. De mantenerse esta tendencia, se espera que la inflación subyacente se sitúe en diciembre en línea con la previsión de la Fed del 2,8%, y que descienda al 2,3% a mediados de 2025. Como señaló recientemente el Gobernador Waller, si la inflación sigue cayendo a este ritmo, la Fed debería poder suavizar el endurecimiento monetario en septiembre, y esperamos algún indicio de ello en la reunión de hoy.
La reciente subida de la tasa de desempleo debería ser interpretada por los responsables políticos como un síntoma de mejora del equilibrio del mercado laboral estadounidense y no como un signo de recesión inminente, como afirman algunos inversores. El mercado laboral debería encontrarse ahora en un «punto dulce», con la oferta recuperándose y la demanda conteniéndose desde los máximos del ciclo. Salvo un (improbable) repunte de la tasa de desempleo, la Reserva Federal debería centrarse en la inflación como objetivo principal. De cara al futuro, si la economía sigue creciendo y el desempleo permanece bajo control, es poco probable que la Fed emprenda un giro acomodaticio decisivo, mientras que debería limitarse a «ajustar» el tipo de los fondos federales. Así pues, las expectativas del mercado de siete recortes hasta 2025 son probablemente demasiado agresivas.
En conclusión, si la inflación es capaz de avanzar de forma sostenida hacia el objetivo del 2%, es probable que la Fed recorte los tipos en septiembre, aunque, dada la rigidez del mercado laboral y el crecimiento económico por encima de la tendencia, un «ajuste» del tipo de los Fed Funds al estilo de los años 90 parece el escenario más probable.