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  Opinión  Firmas  No es que el oro esté caro: es que el dinero vale cada vez menos
Firmas

No es que el oro esté caro: es que el dinero vale cada vez menos

Durante siglos, el oro ha sido el termómetro del valor del dinero.

José Manuel Marín Cebrián, analista financiero y fundador de FortunaJosé Manuel Marín Cebrián, analista financiero y fundador de Fortuna—7 de octubre de 20250
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Cuando los inversores corren hacia él, no es porque se haya vuelto de moda, sino porque desconfían de las monedas emitidas por los gobiernos. Hoy vemos al oro en máximos históricos. Muchos titulares lo presentan como una escalada de precios del metal, pero la realidad es otra: el problema no está en el oro, sino en el dinero fiduciario, que cada vez compra menos.

El fenómeno tiene tres motores principales: la inflación, la expansión de la masa monetaria y el endeudamiento global. Son fuerzas que erosionan el valor del dinero de forma acumulativa y que explican por qué, a lo largo del tiempo, el oro —activo que no depende de bancos centrales ni gobiernos— mantiene su poder adquisitivo.

La inflación: el impuesto que no se vota
La inflación es, en pocas palabras, el aumento sostenido de los precios y, por ende, la pérdida de poder de compra de la moneda. A menudo se la llama “el impuesto silencioso”, porque reduce el valor de los ahorros sin necesidad de una ley parlamentaria.

• En España, el IPC interanual de septiembre de 2025 se situó en 2,9 %, y la inflación subyacente en 2,3 % (INE).
• En Estados Unidos, la inflación anual rondaba el 3,3 % en agosto de 2025, aún por encima del objetivo de la Reserva Federal del 2 %.
• En la eurozona, los últimos datos sitúan la inflación en torno al 2,9 %, tras haber superado el 5 % en 2023.

Un billete de 100 € mantiene la cifra impresa, pero hoy compra menos pan, menos gasolina y menos electricidad que hace un año. Esa erosión constante impulsa a muchos ahorradores a buscar activos que protejan su poder adquisitivo, como el oro, los bienes raíces o las acciones de empresas sólidas.

La masa monetaria: más dinero persiguiendo los mismos bienes
Desde la crisis financiera de 2008, los bancos centrales del mundo han aplicado políticas monetarias expansivas —bajos tipos de interés y programas de compra de activos— para estimular la economía. Con la pandemia de COVID-19 y sus secuelas, ese proceso se intensificó.
En Estados Unidos, la masa monetaria M2 alcanzó los 21,9 billones de dólares en mayo de 2025, casi el doble de los niveles de 2015.
A escala global (sumando grandes economías como EE. UU., la eurozona, China y Japón), la oferta de dinero M2 ronda los 95,8 billones de dólares.
Cuando la cantidad de dinero crece mucho más rápido que la producción de bienes y servicios, cada unidad monetaria tiende a valer menos. Dicho de otro modo, se deprecia el dólar, el euro o el peso… y eso se refleja en el precio de todo lo que se compra con ese dinero, incluido el oro.

Deuda global: un gigante con pies de barro
La tercera pata del problema es el endeudamiento. Gobiernos, empresas y familias han incrementado sus pasivos a ritmos récord.
La deuda global (pública + privada) superó los 324 billones de dólares en el primer trimestre de 2025, según el Institute of International Finance (IIF), frente a unos 250 billones en 2023.
La deuda pública mundial alcanzó un récord de 102 billones de dólares en 2024, según la UNCTAD, reflejando el peso creciente de los déficits fiscales.
El alto endeudamiento condiciona las políticas de los bancos centrales: subir mucho los tipos de interés encarece el servicio de la deuda, pero mantenerlos bajos alimenta la inflación. Es un dilema sin solución sencilla que erosiona la confianza en las monedas tradicionales.

El oro como barómetro, no como culpable
El oro no paga dividendos ni intereses, pero tampoco depende de la promesa de pago de ningún Estado. Su cantidad en el mundo crece lentamente —alrededor de un 1,5 % anual por la producción minera—, lo que lo convierte en una reserva de valor frente a monedas que se multiplican a golpe de políticas monetarias.
Históricamente, una onza de oro (unos 31,1 gramos) ha mantenido su poder adquisitivo a lo largo de los siglos. Por ejemplo, en tiempos del Imperio Romano, una onza de oro bastaba para comprar un traje de toga de buena calidad; hoy, sigue bastando para adquirir un traje de sastrería de gama alta. En cambio, el dólar ha perdido más del 90 % de su poder adquisitivo desde 1971, cuando EE. UU. abandonó el patrón oro.
Cuando el oro “sube” en dólares, euros o yenes, en realidad está revelando la pérdida de poder de compra de esas monedas. Es un espejo que refleja la desconfianza en el sistema monetario actual.

 

Impacto para los ciudadanos
Para el ahorrador común, el mensaje es claro: mantener todo el patrimonio en dinero fiduciario, ya sea en depósitos bancarios o en efectivo, implica una pérdida constante de poder adquisitivo.
Esto no significa que todos deban lanzarse a comprar oro, pero sí invita a diversificar:
• combinar depósitos con activos reales (oro, inmuebles, materias primas),
• invertir en negocios productivos (acciones de empresas sólidas),
• o incluso utilizar instrumentos financieros que protejan contra la inflación.
Los bancos centrales, por su parte, enfrentan el desafío de equilibrar la estabilidad de precios con la sostenibilidad de la deuda pública. De ese equilibrio depende la credibilidad de las monedas.

Mirando hacia adelante: ¿estamos ante un cambio de era monetaria?
El debate sobre el futuro del dinero fiduciario no es nuevo. Desde hace décadas, economistas advierten de que un sistema basado en deuda y emisión ilimitada tiene límites. Hoy, además del oro, han surgido criptomonedas y proyectos de monedas digitales de bancos centrales (CBDC) como alternativas o complementos.
Sin embargo, mientras las monedas digitales sigan estando respaldadas por bancos centrales, estarán expuestas a las mismas presiones: inflación, deuda y política monetaria. El oro, por ahora, sigue siendo el único activo ampliamente reconocido que no depende de decisiones humanas para preservar su valor.

Conclusión: el valor es relativo
Decir que “el oro está caro” es quedarse en la superficie. La realidad es que el oro sirve de recordatorio de que el dinero fiduciario —el dólar, el euro, el peso— se deprecia a lo largo del tiempo.
El verdadero desafío para los ciudadanos y los responsables políticos es reconstruir la confianza en las monedas, contener la inflación y frenar la escalada de deuda. De lo contrario, los titulares sobre el “oro caro” seguirán apareciendo, cuando en realidad solo estarán contando la historia de un dinero que cada vez vale menos.

 

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